23 de diciembre de 2008

Maldita partida de ajedrez...con demasiados jakes y ningún mate

Pasan los años, y seguimos igual. El tablero continúa entre los dos, y apenas ha habido cambios en la disposición de las fichas. Te miro y me miras, siempre demasiado tarde, siempre en ese tiempo que se nos escapa, ese tiempo irrecuperable que jamás tuvimos. Nos miramos como a través de un crital, nos tocamos como si fuéramos meras representaciones de nosotros mismos. Nos miramos y nos tocamos incrédulos, creyéndonos en un sueño que recorre eternamente el mismo circuito de ida y vuelta. Hablamos sin poder besarnos, jugando con palabras y silencios, sin tomar la iniciativa, dejando pasar el tiempo sin dar un paso adelante ni una vuelta atrás....nos tentamos tras el tablero, mostrando las fichas, comiéndolas lentamente, pero nunca realizamos jugadas definitivas... De tanto pensar estrategias que nos lleven al otro extremo del tablero, nos cansamos y dejamos la partida a medias. Te vas. Me voy. Desaparecemos, nos abandonamos a otros tumultos, juegos más libres, bailes dispersos y breves.
Olvidamos y de pronto un día nos volvemos a encontrar. Un momento de shock y vuelta a empezar. Con risas, timidamente, rescatamos el tablero cubierto de polvo, y retornamos al acoso...pero nunca alcanzamos el derribo de nuestras reinas y reyes.
Me siento idiotamente adolescente, te veo absurdamente infatil, como si no supiéramos aun cual sería un siguiente paso...Nos mantenemos inmóviles, respetando esa línea imaginaria que hemos trazado durante años y años.
Querría lanzar el tablero lejos, olvidar las reglas que nos mantienen cerca pero apartados, que nos obligan a mirarnos, a imaginarnos, siempre en otro plano, siempre en otra dimensión. La carne sufre, se cansa, tirita..., los labios se secan y las pupilas agotadas ya solo ven cuando los párpados las dejan descansar y las envuelven en oscuridad.
Un dia si, y otro también maldigo la partida que yo misma inventé, cuyas reglas impuse y tú aceptaste...Pero ya está bien, ¡no me dejes mandar! No me permitas cerrar caminos, luchemos contra el mito imposible que hemos creado con la repetición de gestos esperpénticos de seducción...Abramos los candados de la celda que nos autoimpusimos, rompamos el metracrilato a mordiscos y arañazos, rayemos el tablero y devoremos las fichas hastiadas y solitarias. Mezclémonos de una vez, en una lucha cuerpo a cuerpo.