13 de agosto de 2012

En el río

 I

Insomne recorro tu espalda,
con letras invisibles
formo palabras,
palabras traviesas
delatoras palabras,
palabras locas
y ciegas.


Se resbalan entre mis piernas
las palabras que no digo,
las que escribo en tu piel,
con dedos temblorosos,
las palabras que grabo
entre besos lentos,
y trémulos mordiscos.

Palabras,
que devoran  peces hambrientos,
que el río lame y arrastra
entre las rocas redondas.
Palabras que se enredan en líquenes y algas
en la insolación de agosto,
bajo famélicas sombras.

Palabras,
inscritas con sangre y saliva,
palabras
que lees entre tus costillas,
cayendo por tu nuca,
atravesando tus muslos,
girando en tu vientre...


Palabras que me ahogan,
que  me abrasan la garganta
que queman mis mejillas.
Palabras estúpidas y hermosas
palabras,
profundamente vacias...

Palabras imposibles de pronunciar,
letales,
que escribo en tu piel,
en tu lengua,
en tu sangre,
en todo tu ser...

Palabras
que te muerden
como alacranes.


II


Despierta me estremezco contra tí.
Lejos de todo y de todos,
solos, en nuestra pequeña charca,
frotándonos como pececillos,
bajo el sol ardiente,
nos ahogamos bajo gemidos
enredados en ansias.

Lejos del mundo,
lejos del cemento y la rutina
me hundo en tu sudor
me refugio en tu saliva,
me sumerjo en tu semen...

Y el agua nos arrastra río arriba
hacia la montaña.

Lejos, muy lejos de la civilización
lejos, muy lejos de nosotros mismos,
bajo un torbellino de estrellas,
a través de puentes de granito y  de sangre,
sobre la corriente de muertos milenarios.

Lejos de las farolas y las ventanas
de transeúntes, tiendas y cerrojos...

Lejos, 
nos fundimos en el líquido fundamental
en la esencia de nuestras caricias
en la ensencia del silencio
en la dulce tormenta de tus pupilas.

Lejos,
infintimante lejos
nos diluimos en la corriente de la nada,
en la semilla primigenia de la posibilidad
donde potencia y acto son lo mismo
donde decir te quiero es quererte
donde desear es poder y viceversa...

Lejos,
muy lejos,
infinitamente cerca.