20 de febrero de 2009

Sin tiempo

Se buscaban en la sombra de pórticos góticos. Por la noche observaban la luna sobre ataúdes de mármol y granito. Siempre silenciosos, entre tímidos murmullos, jugaban a estar juntos. Rompían la distancia dibujando futuros que hubieran sido posibles, que podían haber sido, si ellos dos hubieran podido ser. Eran niños, tan inocentes y pequeños, que no entendían porqué sus bracitos no podían abrazar. No comprendían que el frío aire que les envolvía en el fingido abrazo no eran sus cuerpos. Pero pese a todo se buscaban, y se buscaban tanto que se herían a fuerza de no sentir dolor.

No entendían que ni siquiera les envolvía el aire, que al abrazarse ni si quiera abrazaban. No entendían que no podían hablar porque sus labios estaban sellados, que no podían caminar porque sus piernas se las llevó un camión junto a todo lo demás. No podían ver que sus lágrimas sólo eran gusanos y raíces. No entendían, en su abrazo eterno, que no había tiempo para el futuro, que el pasado carecía de sentido, que sus lenguas de fantasma nunca sentirían el sabor de un beso.