20 de octubre de 2010

Buena cosecha...

Goza el cuerpo inmóvil, atado a la pasión de la calma. Calmado y vibrante, intensidad máxima:la cumbre, pero en el sosiego de la inercia. Los platos se amontonan, la nevera se vacía y un suspiro fugaz de ansiedad canina embarga la habitación de luz tenue. Miro a mi lado, mi deseo duerme en el borde del sofá. Soy incapaz de retener ni un sólo pensamiento,mi mente circula por las ideas a velocidades vertiginosas borrando las huellas de cualquier razonamiento, cualquier enlace entre conceptos es barrido por la falta de conexión memorística a corto plazo. Las imágenes se yuxtaponen precipitadamente,creando imposibles criaturas y destruyéndolas al instante. Es triste no poder capturar tanta estrella fugaz, tantos sabios pensamientos que se enredan entre los dedos que acarician tu cabeza. Siento palpitar la sangre por tu cuerpo, siento tu placidez y éxtasis luchando por gobernarte. Mi piel se deshace en estremecimientos lentos pero continuos, se mecen en una cadencia pausada contra tu cuerpo,contra el sofá,contra la manta..¡Que distinto al alcohol! ¡Que tranquilidad placentera!, ¡Que poca rabia y pasión! La paz...contra la guerra etílica, el armisticio del cannabis... sólo un dejarse ser, y ser feliz, como un animal hedonista, sin conciencia ni tiempo, sin trabajo ni problemas.Sólo abandonarse al puro estar y disfrutar...pensar y pensar,alucinar,dejarse llevar,nada más,como un gato en mi regazo, ronroneando, retorciéndose de placer,como un inmenso proyector de cine vomitando bellas imágenes sobre la pared de la mente...en pleno orgasmo, orgasmo implacable, eterno...observando una película frenética sin fin, sin principio, sin más allá, sin tergiversaciones.
Esa es Maria,quien la probó lo sabe.