21 de junio de 2013

El caminante



  El caminante comprende  que no debe detenerse jamás durante demasiado tiempo.
 No debe enternecerse, su sino es andar, vagar solitario y odiado, envidiado e incomprendido. Es inútil tratar de resistirse, si se queda, si permanece más de un instante, si se duerme un poco o descansa en la voluptuosidad que le ofrecen sus anfitriones, siempre  se le reprochará que ha alargado demasiado el tiempo, siempre se le reprenderá su descaro, se le recordará que no es más que un vagabundo. Así que poco a poco descubre  que los silencios saben siempre al reproche destinado  a los sin-tierra, y sin-fe en todo lugar, y en todas las épocas: “este no es tu sitio, no es mi problema que no tengas patria, encuentra una tuya o… sino,  conviértete en mi esclavo”.
 El caminante sólo confía en la libertad, así que trata de adelantarse con premura al desenlace temido. Así que cuando percibe que va a estorbar,   cuando presiente que va a  acomodarse y a resultar tedioso, recoge su hatillo resuelto a marcharse pero entonces solo encuentra hostilidad en las miradas, solo recibe reproches en la despedida de los que se quedan. De nuevo  el reproche silencioso, o el estrépito  de la acusación por emprender una huida demasiado repentina, de ofrecer un trato desagradecido, la recriminación de  la falta de palabra o de promesas… Promesas, palabra diabólica..¿Qué puede prometer el viajero errante? Su destino es el devenir y ser fugaz, su maldición elegida contra sí mismo, pero la única forma de de seguir con vida…
El caminante aprende despacio, paso a paso, aprende que su sombra será su única compañera, y aunque está triste debe aguantar para  romper con el eterno retorno de lo mismo, y  no conseguirá hacerlo, no logrará recostarse bajo un techo acogedor, hasta que caminar no le canse, ni le asuste la soledad. El caminante descubre que solo lo logrará cuando dejen de dolerle los reproches, cuando no espere que le digan: quédate, esta es tu patria, estas son tus cadenas, esta es tu condena de placidez o ternura…Cuando un día al marcharse no se oigan un “adiós”, o un silencio reprobatorio sino que trás  él se escuchen pasos ligeros pero decididos que lleguen a su lado, pasos que le  acompañen sin exigir nada, sin seguirle ni dirigirle, solo acompañándole.

Un sueño indecente




He soñado unas cuantas veces contigo.
Soñé que aparecía frente a tu casa y te secuestraba, sin demasiado esfuerzo, y corríamos por las calles empujándonos, y nos reíamos del pasado, de lo que no hicimos, de lo que no nos atrevimos a hacer. Fue un sueño muy corto.
Soñé que me buscabas entre  montones de disfraces desperdigados entre las ruinas de un teatro, donde se organizaba una fiesta moderna con Nacho Vegas de artista invitado. Repartían en bandejas de plata agujas, pastillas y polvos de distintos tipos. Me entontrabas y bailábamos juntos, pero de pronto yo huía, porque me faltaba algo, y no te daba explicaciones. Luego, había mucho caos, caos que engullía a la gente y de pronto. La fiesta había acabado: todo era silencio y  te encontraba sentado, elegante, fumando en pipa y bebiendo un gin tonic, y allí escribías poemas sobre azulejos de colores, mientras afilabas una cuchilla entre tus labios.
Soñé, en otra ocasión, que se nos escapaban las manos, las rodillas, las pestañas, entre cortinas color burdeos, que colgaban desde el techo, cortinas gruesas de un telón barroco. En realidad estábamos en la filmoteca en plena fiesta dadaísta. (No sé porqué te asocio a fiestas, lujo y derroche)  Había bailarinas de papel y hombres grotescos salían de una tarta vestidos de fichas de ajedrez. Te reías y  burlabas de un hombre gordo y feo que se quejaba  del arte contemporáneo mientras se arrancaba gimoteando la camisa sucia de cuadros.  Yo te zarandeaba, buscaba tu mirada, pero entonces tú escapabas corriendo por unas escaleras, y yo me quedaba sentada en una butaca…y alguien me acariciaba la espalda, susurrándome...no me acuerdo qué me susurraba, pero me daba la vuelta…y entonces me desperté.
     He soñado incluso que hablábamos por teléfono de cosas intrascendentes y profundas: literatura, tristezas o perversiones. Escuchaba tu voz claramente, con su singular timbre, insinuarme que te gustaba, y yo incrédula devolverte un sarcasmo, y tú reírte, y encontrarnos, (siempre encontrarnos) bajo una lluvia infinita de cristales y periódico,. Entonces acercarme bajo la ventisca y pedirte fuego, yo que no fumo, y tú reprocharme, con tu sonrisa siempre irónica, y enigmática:
-No te inventes excusas, no te hacen falta, ya sé que te gusto.
Hoy me he despertado y he ido directamente hacia el ordenador, quería responderte al último privado que me enviaste al facebook. Lo recordaba con nitidez, así que he abierto la cuenta y…he encontrado tu foto, tu difusa y expresionista foto, en miniatura, en el apartado de publicaciones…pero no había mensajes tuyos, ni tampoco en mi muro…

¡¡¡Mierda!!! ¿Cómo me ha podido ocurrir? ¡He soñado con el Facebook de los cojones!

He soñado que publicabas en mi muro un poema indudablemente inculpatorio. He soñado palabra por palabra, y luego un privado, más suave, pero evidente. En un segundo he recordado todo, me he enfadado y he dado un puñetazo a la pared. No suelo hacerlo tan temprano, pero me he servido una  copa de ron, he leído  un poco a Grumb, un poco a Bukowski, para distraerme, se me han quemado las tostadas…  y al fin me he vuelto a sentar delante del ordenador.
-¿Cómo he podido caer tan bajo? ¡Soñar con el Facebook! Los sueños no están para desperdiciarlos así. ¡Joder! Puta obsesa...- Me he repetido esta vez en voz alta, para regañarme con más contundencia.
Y hoy he decidido no volver a conectarme. Hoy mismo me tomo vacaciones del puto caralibro. Voy a ponerme mi vestido más rojo,  maquillaje de muñeca buena (el de femme fatal no me pega), y mi bolso más elegante.
      Sé dónde trabajas. Me dirigiré hasta allí y te esperaré tomando una copa. Me cruzaré contigo como por casualidad (espero reconocer todavía  tu cara). Te cogeré del brazo, y te llevaré a un rincón oscuro.  Allí te haré tres preguntas. En el cargador llevaré también sólo tres balas. Espero que respondas bien a las tres.