24 de agosto de 2012



Escarcha que se derrite bajo la canela vertida entre los cuerpos al amanecer..
Escarcha en Agosto, escarcha en tu sangre que hierve en el vicio esencial...

Estalactitas que se clavan en el recuerdo  sacrificado antes de nacer, en el feto candente, horneado a fuego vivo, florecido en el corazón del huerto de cristal que plantamos con los pies desnudos,  de puntillas, alzándonos sobre un mundo de gigantes, en nuestra diminuta ínsula de serenidad;

Puñales de hielo sobre el silencio de la muerte inminente, del basurero que nos esperaba al amanecer, entre orines y vómitos, en auroras de tristeza y esperanza... Lánguido lamento disuelto en caricias desesperadas, arañazos que rasgan los visillos del mar de rocas y focaccias, que atrapan tu estómago contra mis ovarios, y hacen que se columpien en una pirueta mortal, en un vértigo imposible, en un abrazo que son una bofetada contra la razón y la paz.

Caminamos con los pies descalzos, marcando con sangre y saliva nuestra isla, acorralada por sirenas hambrientas, asediados por tristes amantes locos, sin barco ni puerto...por chaquetas desteñidas en el serrín de horas muertas de una cocina mugrienta.
Dolor de entrañas  ajenas muriendo en mi interior, tu sonrisa clavada en un descampado, sembrado de mierda y de hiel. Tu sonrisa.

Tus ojos, tus tormentas, atraviesan otras pupilas, y  rompen el cielo por el que trepo para huir de tu cálido reino...me agarro a lágrimas de punta y afiladas mentiras se resbalan bajo la almohada sobre la que lloré siglos y siglos en tu abrazo y  en tu desabrazo.

Y ahora que me autodestierro, que expulso el tintineo que me sacó al anochecer de mi tumba de mármol, de mi tranquila indiferencia, de mi fría impaciencia...de mi alergia al dolor...,Ahora que me alejo de la locura y la trampa malévola de la dulzura del arsénico... Me quedo enredada en los besos infinitos que no supimos detener a tiempo, en ese devenir en el que jugábamos a ciegas y a sabiendas, en esa lucha contra el tiempo, que emprendí con la estúpida esperanza de desesperar antes de que la arena pesara más que nuestra alegría. Y ahora que la arena me cubre, quiero desnudarme de nuevo por primera vez contra tus manos, y cerrarte la boca y clavarte el hacha en el cráneo y beber tu sangre y concebir en tus besos tu viva imagen hecha de mi carne y mi saliva.