23 de diciembre de 2008

Maldita partida de ajedrez...con demasiados jakes y ningún mate

Pasan los años, y seguimos igual. El tablero continúa entre los dos, y apenas ha habido cambios en la disposición de las fichas. Te miro y me miras, siempre demasiado tarde, siempre en ese tiempo que se nos escapa, ese tiempo irrecuperable que jamás tuvimos. Nos miramos como a través de un crital, nos tocamos como si fuéramos meras representaciones de nosotros mismos. Nos miramos y nos tocamos incrédulos, creyéndonos en un sueño que recorre eternamente el mismo circuito de ida y vuelta. Hablamos sin poder besarnos, jugando con palabras y silencios, sin tomar la iniciativa, dejando pasar el tiempo sin dar un paso adelante ni una vuelta atrás....nos tentamos tras el tablero, mostrando las fichas, comiéndolas lentamente, pero nunca realizamos jugadas definitivas... De tanto pensar estrategias que nos lleven al otro extremo del tablero, nos cansamos y dejamos la partida a medias. Te vas. Me voy. Desaparecemos, nos abandonamos a otros tumultos, juegos más libres, bailes dispersos y breves.
Olvidamos y de pronto un día nos volvemos a encontrar. Un momento de shock y vuelta a empezar. Con risas, timidamente, rescatamos el tablero cubierto de polvo, y retornamos al acoso...pero nunca alcanzamos el derribo de nuestras reinas y reyes.
Me siento idiotamente adolescente, te veo absurdamente infatil, como si no supiéramos aun cual sería un siguiente paso...Nos mantenemos inmóviles, respetando esa línea imaginaria que hemos trazado durante años y años.
Querría lanzar el tablero lejos, olvidar las reglas que nos mantienen cerca pero apartados, que nos obligan a mirarnos, a imaginarnos, siempre en otro plano, siempre en otra dimensión. La carne sufre, se cansa, tirita..., los labios se secan y las pupilas agotadas ya solo ven cuando los párpados las dejan descansar y las envuelven en oscuridad.
Un dia si, y otro también maldigo la partida que yo misma inventé, cuyas reglas impuse y tú aceptaste...Pero ya está bien, ¡no me dejes mandar! No me permitas cerrar caminos, luchemos contra el mito imposible que hemos creado con la repetición de gestos esperpénticos de seducción...Abramos los candados de la celda que nos autoimpusimos, rompamos el metracrilato a mordiscos y arañazos, rayemos el tablero y devoremos las fichas hastiadas y solitarias. Mezclémonos de una vez, en una lucha cuerpo a cuerpo.

19 de diciembre de 2008

Donde nunca pasó nada

El espacio lleno de dudas y tú no estás aquí para resolverlas.
¡Vuelve locura! Vuelve a transtornarme día y noche, regresa a mi cama y desnúdame sin permiso. Regresa envuelta en misterios velados y sálvanos de la ruina. Regresa para que todo aquello que se secó renazca, para que los niños jueguen de nuevo bajo nuestras lágrimas, para que la desidia no rompa nuestros suspiros frente a una pantalla que noche a noche nos separa. Regresa para que nuestros cuerpos no se hermanen, para que la tensión del deseo reproduzca nuevas fantasias sobre las pieles pulidas por la costumbre.
Locura, devuélveme esa rabia y esa dulzura, devuélveme la ingenua curiosidad. Tráenos un nuevo juego, una aventura, un relato, una huida que contradictoria nos conduzca al reencuentro.
Locura vuelve a por mi y arrástrame hacia el mar, devuélveme al mar, a esa inmensa espesura donde no pasó nunca nada....donde el tiempo no tiene filas ni círculos, donde la geometría es rebasada por la intensidad de un delirio, de un recuerdo, de un sueño.
Locura ahógame o resucítame, pero ven, ven a por mí. Sin tí no estoy viva, sin tí no soy nada, la cordura me envejece y ya no tengo ni ganas...
Ven, abrásame o resucítame, locura regresa aquí y llévame hasta el fin.

29 de noviembre de 2008

El retorno a la inocencia

Todo comenzó hace demasiado tiempo, en esa edad en la que nos creemos dueños del mundo, que pensamos que todo está hecho para nosotros y tenemos derecho a ser felices sin esfuerzo, porque siempre seremos jóvenes, hermosos e invulnerables. Pero sólo éramos niños, y caímos en el terrible error de desobedecer y burlarnos de poderes que no comprendíamos, nos tomamos en broma las advertencias sobre la precocidad, y quisimos desentrañar misterios que no nos concernían.
Sin darnos cuenta se quedó atrás la edad de la inocencia y la soberbia, habíamos crecido y cargábamos con un castigo que nos torturaba segundo tras segundo. Pero aun éramos jóvenes, nos quedaban fuerzas para tratar de escapar, para poner punto y final al martirio. Llevábamos tanto tiempo sufriendo juntos, que no hicieron falta palabras, todos estábamos deacuerdo en que debíamos intentar llegar al corazón de la Cueva del Mago y lograr que éste nos ayudara.
La entrada era oscura y húmeda, pero no hacía frío. Mientras avanzábamos, las paredes despedían una luz tenue fosforescente que nos daba la impresión de habitar un sueño. La cascada se encontraba al final de un estrecho pasadizo de un metro y medio de altura. El agua púrpura y densa que emanaba del vientre de las rocas, brillaba como rubíes mientras caía sobre unas hermosas y juguetonas sirenas. Todo aquel que estuviera advertido de su poder no se dejaba engañar por sus rostros y voces angelicales, sino que erguía la cabeza y pasaba sin mirarlas, sin dirigirles la palabra ni enredarse en sus artimañas. Pero no todos conocían la astucia y maldad de estos seres. Las sirenas seducían y arrastraban a sus víctimas hasta el fondo del lago y los hacían desaparecer sin dejar rastro. Según la leyenda los devoraban y el agua era la sangre de aquellos infelices que caían en sus lindos brazos. Nosotros caminábamos como poseídos, y pasamos por la gruta sin advertir a penas la presencia maligna.
Continuamos descendiendo, por cuestas interminables sin detenernos un instante, hasta llegar tras horas y horas en completa oscuridad hasta una estancia abovedada. Allí el sonido quedaba encerrado y absorbido por un acolchado vegetal, una especie de líquen o musgo azulado y luminoso que recubría las paredes de la cueva. Resultaba particularmente agradable dejarse llevar por el silencio y la paz puros que allí se respiraban. Las gotas de agua que atravesaban el techo y que habían ido formando estalactitas se deslizaban hacia el suelo modulando una agradable melodía que nos sumía en un profundo letargo.
Llegamos apretando contra el pecho aquellos manuscritos que nos condenaban a caminar en círculos,a repetir una y otra vez el absurdo perseguirse eternamente. Habíamos enfurecido a los Dioses y necesitábamos la ayuda del sabio, necesitábamos que nos librara de la condena de los Señores. Estábamos sedientos y exhaustos, pero no nos quejamos. Me dejé caer de rodillas y miré a mis compañeros consternada. Rompí el silencio.

- ¿Hemos llegado?

Ellos callaron. También estaban agotados. Habiamos realizado el camino seguros de encontrarle, ni siquiera nos planteamos el fracaso, era preferible morir en aquellas profundas oscuridades que seguir martirizados, explotados y expoliados en nuestro bosque. Sin embargo, ahora que habíamos llegado, ahora que el cansancio había consumido nuestro entusiasmo, comenzábamos a dudar. ¿Realmente le encontraríamos? Y aun así, ignorábamos si nos recibiría, si estaría dispuesto a liberarnos de nuestra maldición. Todo dependía de su antojo, sólo él podía hacerlo. Nos sentíamos frágiles y confusos, como pequeños animales a merced de un gran domador.

Transcurrió una tediosa espera en la que nos mirábamos con angustia, sin saber que hacer. Allí no había forma de medir el tiempo, yo contaba una a una las gotas que caían desde las estalactitas, pero siempre perdiendola cuenta y volviendo a comenzar una y otra vez para no enloquecer... No se cuantas conté cuando de pronto, apareció Él, sentado en un rincón. La estancia era mayor de lo que creimos en un principio. Por algun motivo no habíamos percibido una espesa nube de humo en el fondo de la estancia, y al acostumbrarse nuestra vista, comprobamos que él llevaba todo el tiempo allí, observándonos.

Sonrió y tendió la mano sin levantarse. Nos acercamos aturdidos, sin saber que decir por la turbación. Él nos miraba tranquilo desde su asiento, y mantenía una sonrisa agradable. El silencio nos aplastaba y nos hacía temblar ridículamente. Él era delgado, de rasgos angulosos, equilibrados y melancólicos. Unas oscuras ojeras marcaban su rostro, y su sonrisa pese a ser sincera se me antojaba triste. No hubo presentación, no le explicamos nada. Él sabía porqué estábamos allí, y sin dejarnos hablar comenzó a dictar órdenes, llamándonos por nuestros nombres. Nos hizo colocarnos a cada uno sobre una piedra frente al abismo de la determinación y allí, nos desnudamos y comenzamos a gritar el conjuro que nos ordenó, uno diferente para cada cual. Yo me detuve de pronto, Saida me miró, la miré, nos separamos y ella fue la única que en lugar de obedecerle acudió a su lado en silencio, con una sonrisa cómplice que ninguno comprendimos.

Saida sentada a sus pies me daba la espalda. Reían los dos, fumaban distraidos, casi sin mirarnos, pero al mismo tiempo dictaban cada uno de nuestros gestos. Yo gritaba y sudaba, sacudida por fuerzas extrañas que me arrastraban hacia el vacío, pero al mismo tiempo algo me sujetaba sobre el suelo. Mi cuerpo parecía objeto de una lucha entre corrientes opuestas, batalla en la que presa de la angustia ignoraba quien vencería. Esta batalla lidiada en mi carne, me llevó al límite, estaba extenuada pero no olvidaba las órdenes y las cumplía con exactitud. Entre cada combate, algo me obligaba a descansar, durante esos trances de silencio y calma, el sudor se enfriaba y mi cuerpo se entumecía, pero mi mente se despejaba y lograba ver con claridad. En estos momentos observaba a Saida, que bajaba la mirada ante el mago, mientras él con ternura la invitaba a coger la pipa. Entonces ella reía alzaba la vista, y se perdía en los profundos ojos verdes del sabio que susurraba algo que el resto no lográbamos escuchar. Saida le observaba intensamente, hasta que él posaba su mirada en ella, y desde mi piedra la veia enrojecer. Saida, la sensual y juguetona Saida se encontraba fuera de juego ante aquel misterioso personaje. Él parecía no darse cuenta y continuaba su charla. Yo me sentía su sombra, la imitaba, sin querer me movía con sus movimientos, sonreía con su sonrisa, caminaba a su paso...
Comenzaba a adormecerme mientras les observaba, cuando de pronto recaí en el éxtasis. Saida se levantó y se acercó a mi. Estaba hipnotizada, alargó sus finos dedos y me cogió la cabeza con vehemencia. Sus ojos centelleaban, estaban enrojecidos como si fueran de fuego. Yo me mareaba a punto de perder el sentido, pero entonces ella me besó en la boca. Su lengua me hizo cosquillas y toda la zozobra desapareció por fin. Me dejó caer al suelo, y me ví caer desde fuera, como si yo no fuera yo, como si mi mente estuviera en otra dimensión. Mientras tanto nuestros compañeros seguían gritando y retorciéndose sobre sus piedras. Yo estaba tumbada, sin poder moverme, observando todo alrededor confusa e impotente.

El mago se incorporó lentamente, se dirigía hacia nosotras. Su cuerpo era frágil y hermoso, pero algo le obligaba a moverse con lentitud. Su sonrisa provocaba en Saida una mueca. Yo luché por levantarme, pero mi cuerpo no reaccionaba, mi mente flotaba con libertad, pero mi carne dormida me obligaba al silencio y la inercia. Quería correr hacia él, pero fue Saida quien se movía ágilmente, la que fue a buscarle y abrazados vinieron hacia mí. Él comenzó a tararear una extraña melodía que me traia recuerdos inconexos, quería darle las gracias, pero algo me aplastó los párpados y me hizo caer en un sueño profundo.

Mis pies corrían sin mí, se alejaban por un camino de piedras, me dolían aunque no estuvieran pegados a mi cuerpo, me dolian y me enfadé con ellos.

-¡Volved! que os vais a hacer daño y luego no me serviréis..

Pero no me obdecieron y los perdí de vista. Entonces un gato gris azulado se acercó, me miraba intensamente, le llamé, pero él tampoco me escuchó. Buscaba algo en la oscuridad, olisqueaba y sus pupilas de dilataban excitadas. De pronto, reconocí el alcornoque que me miraba amenazante, era el alcornoque del bosque maldito, donde llevábamos años perdidos.

-Oh, -pensé-no nos rescató al final...no sirvió el conjuro...Aquí estoy de nuevo, y encima sin pies.¿Qué habrá fallado? ¿Dónde estarán los demás?

Mientras pensaba esto, el gato había crecido amenazadoramente. Ahora medía cuatro veces más que antes y seguía aumentando. Ya no parecía distraido buscando bichillos, sino que me miraba a mí. Comencé a arrastrarme para alejarme, para ocultarme de ese animal que comenzaba a transformarse en una bella y terrorífica pantera. Mientras se producía la transformación, se aproximaba muy lentamente, meciendo su cuerpo creciente con elegancia y suavidad. Sus ojos verdes clavados en los míos no anunciaban nada bueno. Al fin me dí cuenta de que era inútil tratar de huir. Me tumbé en el suelo a esperar que el felino cayera sobre mí y me desgarrara. Ya oia su respiración cerca de mí, noté el calor de su cuerpo junto a mis piernas mutiladas. Su cuerpo iba avanzando , cubriéndome. El corazón me latía frenéticamente, agarré la tierra con las manos, clavando las uñas con fuerza. Su aliento sobre mi cara me estremecía, olía a sangre y carne putrefactas.

- Mírame, mírame por una vez, antes del fin...

Negué con la cabeza.

- Mírame a los ojos, mírame y te prometo que no sufrirás.

Respiré hondo. Todo mi cuerpo era un temblor. Pero no obedecí.

- Mírame, ya eres libre, mírame,no tengas miedo. Sólo tienes que abrir los ojos.

Su aliento había dejado de ser fétido, ahora olía a marihuana. Entonces decidí hacerlo, aunque no confiaba en aquella enorme fiera de piel brillante y pupilas dilatadas. Pero al abrí los ojos, no encontré las grandes fauces de la pantera como esperaba, y no me encontraba ya en el infierno vegetal donde me rendí ante ella. Tampoco estaba en la cueva, ni en ningún lugar conocido.

Era verdad. ¡Es verdad!. ¡Soy libre!. Y no estoy sola...¡Todos somos libres! Mis compañeros están ahí, a unos metros de mí. Están alegres y se bañan desnudos en la orilla de un inmenso azul que parece el mar, que es el mar. Hay horizonte. El viento me trae aroma de algas y sal y acaricia nuestra piel. Siento como mi cuerpo se desentumece bajo el sol. Sobre mí no hay una pantera, aunque sus ojos son los mismos: verdes y profundos, pero es otro rostro, ese rostro liberador, aquél rostro amable y generoso que nos salvó del infierno oscuro y circular. Me coge la mano y me ayuda a incorporarme.

-Has dormido más que el resto, venga, ven a bañarte, a limpiarte,y a olvidarlo todo.

Asentí con la cabeza, aun no podía hablar. Reímos. Nos quitamos de nuevo la ropa y salimos corriendo, agarrados de la mano hacia al agua, a reunirnos con Ahmed, Luis, Giulia, Chan y Elisabeth. Ya no volveremos a ser esclavos de nadie, ya no volveremos a arrastrarnos en rutinas incomprensibles, bajo el mando de amos crueles e inhumanos. Libres de Dioses y profecías, a identidades o nacionalidades. Sin fronteras ni credos, el mar nos ofrece otro mundo abierto, nuevo para nosostros, viejo como todo lo que puede ser nuevo, renacido, redescubierto. Volvemos al devenir de lo posible, volvemos a nacer para ser lo que queramos. Me miro en el agua cristalina, y veo su rostro, mi rostro. Ya vencida la escisión, Saida me sonríe desde mi reflejo y saludo al día, al nuevo día, sin amos ni esclavos, sin prohibiciones ni prisiones.

11 de noviembre de 2008

Desnudeces ebrias

Comienza la noche con una completa heterogeneidad. Cada uno en su sitio, bebiendo, hablando, desplegando su ego y enfrentándolo al resto con resolución. Algunos se afirman en su silencio, brillando en su soledad o en su timidez. El humo del hachís y el tabaco van amoldándose a los cuerpos, plegándose a las voces y adhiriéndose a la ropa y al pelo. El alcohol va templando los cuerpos, entumeciendo los cerebros pero dando vivacidad a los ojos y las lenguas.
Van subiendo el volumen de la música y puede que haya porno en alguna pantalla, quizás pongan vídeoclips de los Doors, Nirvana, Madona... Las conversaciones se tornan más apasionadas o pesadas, más rápidas y profundas. Tu cuerpo, mi cuerpo, su cuerpo se tambalean en ondas que confluyen y se alejan, que se ofrecen y se niegan.
Las letras de las canciones rigen los ánimos. Las luces pesan sobre mi cabeza, sobre tu frente, que va inclinándose segundo tras segundo hacia mi pecho, hacia mi cara, hacia mi mano. Las bromas se despliegan a lo largo de los grupos, más difusos, mas fluidos. Lo compacto se hace volátil, lo quieto móvil, las palabras ya no son ni suyas ni tuyas ni mías. Los flashes de las fotos, los abrazos y los toqueteos se confunden bajo las luces parpadeantes de colores.
La copa me crece entre las manos, tu boca me sabe a sal y a tequila. Huyo al baño,entre cuerpos llenos de sensualidad, entre miradas que no me ven pero me devoran. Corro al refugio de los azulejos, a la cordura del espejo, y al olor de alcantarilla, meadas y vómitos. El agua cae por mi cara, siempre el agua, siempre la pureza del agua. Me limpio por fuera y por dentro. Regreso airosa, impecable y ligera. Corro a perderme, a fundirme con la masa, a transformarme en ella y en él, en todos ellos, en nadie. Las manos siguen cayendo por mi cuerpo, mis caricias se despliegan también junto a insultos y malentendidos. Abrazos y pequeños hurtos. De bar en bar, pagando unas veces y otras no. Personajes extraños se van uniendo al peregrinaje. Admiradores obscenos, truhanes simpáticos, payasos tiernos. En cada garito sucesivo las luces son más fuertes, la música más estridente, las caras más nubladas, las distancias se hacen irreales, la perspectiva atrofiada.
Como un animal buscando una madriguera,como una ola buscando la orilla, el cansancio y la sensualidad nos empujan de una piel a otra piel. Los deseos se ofuscan se obsesionan y entran en bucles de seducción. El olfato, que no disntigue, inventa afrodisíacos oníricos, aliandose al reino de las hormonas. Cruzamos todas las barreras, nos fundimos en besos sin nombre, sin memoria. Las lenguas dan vueltas en otras bocas, los dedos se afilan debajo de la ropa, prendas que se arrancan que se pierden que se esparcen sobre las copas derramadas, sobre las colillas, sobre el barro y el hollín. Los cuellos saben a saliva, las manos húmedas huelen a miel. Las piernas suaves y marinas, se deslizan contra otras piernas recias que aprisionan y liberan. Los ojos se tornan y los nervios se rebelan. Gimen los cuerpos confusos, obstinados en perderse en otras oquedades. Cuerpos y camas, esquinas y bares, huyendo de los ojos extrañoso buscándolos con ansia de exhibicionismo. Promiscuidad, devenir de pieles... tú que me posees, poseerte mientras devienes nínfula y yo varón. Virgen entre tus manos sabias, serpiente sobre tu regazo, firme, insaciable, rotunda..., y entonces, el cansancio mortal, Orfeo triunfando sobre Dionisos, se retiran Ares y Afrodita...Vuelve el imperio de lo individual, el equilibrio retorna y la muerte se apodera de nosotros,devolviéndonos a la soledad, a la individualidad, a la moralidad y el recuerdo...Entonces el ronroneo final, dormidos como gatos,todos, todas juntas en tu jergón.

17 de octubre de 2008

pateras y rejas

Mustafá nació en una estrecha callejuela de Tánger. Era el menor de cinco hermanos. Su madre tejía mantas y jerseys, se encargaba de las tareas de la casa y de limpiar la tienda. Sus dos hermanas se habían casado muy jóvenes con hombres vagos y astutos, y ahora vivían en el campo. Su padre y sus hermanos se turnaban entre sí el trabajo en el bazar de la kasbah, con largas estancias en el bar. Pasaban horas y horas fumando hachís y bebiendo vaso tras vaso del whisky marroquí (té verde ardiendo con menta fresca) mientras escrutaban el vacío, o se enloquecían con un partido del Madrid o el Barça. Mustafá prefería corretear por la calle con sus amigos y jugar al fúbol, que era lo único que compartía con su padre quien sólo sabía hablar de dinero, fútbol y España. Muchas noches, se sentaba junto a él después de cenar y de decía:
- Hijo mío, tú no eres como tus hermanos, eres buen estudiante, así que debes tener visión de futuro-afirmaba acariciándose la barbilla-, Sabes que tenemos muchos familiares que han hecho fortuna en Alandalus, confío en que algún día te mandaremos allí y me harás sentir orgulloso.
El chico acababa de cumplir dieciséis años, aunque parecía mayor, porque era muy alto y fuerte y ya comenzaban a oscurecer su cara la barba y el bigote.
Además, se sentía mucho más hombre desde que logró hablar con Sumaya, una adolescente bereber que iba a una escuela de su calle. El chico la había visto pasar en innumerables ocasiones frente a su ventana, rodeada siempre de otras chicas, riendo y cuchicheando. Se desesperaba pensando como acercarse a ella. La miraba e imaginaba mil fórmulas de presentación, trataba de adivinar que intereses tendría, sus gustos y sus sueños, para sorprenderla y seducirla, pero al final siempre se quedaba asomado a la ventana, sin hacer ni un mínimo guiño. Después de semanas así, se lo contó a sus amigos y planearon abordar al grupo de chicas a la salida de la escuela, pero fue un fracaso rotundo. Solo consiguieron que escaparan de ellos tras miradas de desprecio y un silencio mohíno.

- Es la historia de siempre,- le consolaba su hermano Ahmed, el mayor, mientras daba vueltas a su pipa- . A mí también me costó hablar con mi mujer, y si además es bereber...Creo que lo vas a tener difícil.

Pero Sumaya también se había fijado en Mustafá. Un día, ella no bajó la calle de la escuela con sus amigas que pasaron a la hora habitual. Ella tardó mucho más en salir, y pasó sola, más lentamente que otras veces, aunque sin levantar la cabeza del suelo. Él, que esperaba ansioso verla, extrañado y angustiado ante su retraso, en cuanto la vió, agitó las manos tratando de llamar su atención, pero ella no pareció darse cuenta. Entonces el muchacho decidió que era el momento de acercarse. Se tropezó al dar media vuelta sobre sus pies para abandonar la ventana y dirigirse hacia las escaleras, pero se levantó del suelo al instante y bajó a saltos hasta la calle. Allí comenzó a andar detrás de ella despacio, con las manos en los bolsillos, y alzando la vista lo justo para adivinar su figura.

Sumaya parecía no darse cuenta de la persecución, pero en realidad escuchaba atentamente los pasos a su espalda y de reojo en las esquinas comprobaba que el joven continuaba su camino. Anduvieron por las callejuelas del casco antiguo durante media hora, él siempre detrás, manteniendo una buena distancia pero sin dejar que ella se perdiera, mientras Sumaya aparecía y desaparecía juguetona pero siempre pendiente de él. Llevaban así una media hora, cuando de pronto ella dejó de dobar callejones y se dirigió claramente hacia la playa. Cuando estuvieron lo suficientemente alejados de cualquier conocido, ella se dejó caer sobre la arena blanca. Él se sentó a unos pocos metros, y así permanecieron en silencio un buen rato. El viento se les pegaba al cuerpo, pero ninguno temblaba, y sin mirarse, sólo estaban concentrados en la presencia del otro. Hasta que en algún momento de aquella eternidad extraida del curso del tiempo, él le preguntó su nombre.

Desde aquél día empezaron a verse y a quedar a solas, para hablar de sus vidas y hacer proyectos juntos.

El día que cumplía 16 años los padres de Mustafá le anunciaron que habían conseguido un barco que le llevaría hasta las costas españolas. Debía llegar hasta Granada, allí se encargarían de él y le enseñarían un oficio. Mustafá no tenía muchas ganas de irse precisamente ahora que había conocido a Sumaya. Esperaba que ella llorase, que intentara retenerle o que se enfadara y lo maldijera. Pero cuando se lo contó, ella sólo sonrió.. Sonrió con su hermosa boca roja y grande y agarrándole del cuello le besó en la cara.

- Si, ve, haz fortuna, y nos casaremos cuando vuelvas, o quizás pueda ir yo también contigo cuando te establezcas allí.

Mustafá se resignó a los designios de los demás y se embarcó en la oscuridad con otros trece chicos más o menos de su edad. Todos enviados por sus propias familias, que confiaban en que podrían dar un futuro mejor a sus hijos. Algunos se pasaban una barrita de pegamento, y cuchicheaban agazapados bajo la manta. Mustafá temblaba junto a otro chavalito que igual que él no deseaba aquél viaje.

La llegada y la detención fueron violentas, lentas y largas. Se mezclaban las amenazas y golpes, la policía y las ambulancias. La hipotermia no le permitía ver más allá de su propio cuerpo, la vista se le nublaba y estrechaba en forma de embudo. Lacabeza la daba vueltas y no comprendía el idioma en el que le hablaban, auqnue su padre dominaba ciertas expresiones castellanas para vender sus cachibaches, Mustafá nunca había prestado demasiada atención. Él se veía crecer y morir en Tánger, o quizás en el campo, no tenía grandes ambiciones, y Al Andalus nunca le había llamado la atención. Mientras pensaba en estas cosas, se dilataban las horas que pasó en el hospital. Después los dejaron durante un tiempo indefinido en un polideportivo con muchos otros inmigrantes, la mayoría del sur de África. Mustafá y sus amigos se divertían, pero también añoraban sus familias y sus casas.

El centro de menores refugiados no estaba tan mal, aunque era una cárcel. Estar indocumentados y ser menores de edad les daba la oportunidad de tener techo y alimento, además les enseñaban el idioma, y podían gastar el tiempo jugando al fútbol, y viendo la televisión. Algunos se escapaban para robar, conseguir pegamento o hachís, o simplemente para disfrutar de un poco de libertad. Mustafá y Ahmed trataban de aprender lo más rápido posible. Les medían las muñecas para calcular su edad, y a Mustafá le creyeron próximo a los 18. Pasaban los meses y las salidas habían sido contadas y siempre bajo vigilancia, pero Mustafá se conformaba con hablar por teléfono con sus padres y escribírse con Sumaya. Además lo pasaba bien con sus compañeros y se fue acostumbrando a estar en el centro, pese a las estrecheces a los castigos y ciertos abusos de autoridad de los educadores, que aplicaban una disciplina exagerada a la que nunca se había visto sometido por su familia ni sus maestros. Pero Mustafá tenía un carácter tranquilo y no provocaba muchos problemas, por lo que tampoco solía sufrir tanto como otros más rebeldes.

Habían pasado ocho meses, cuando volvieron a medirles las muñecas. Acababa de llegar otro grupo de marroquíes y se seleccionó a unos cuantos del centro a los que se consideró adultos y se les expulsó. En el grupo estaban casi todoslos chavales más problemáticos, y Mustafá. Los otros estaban contentos, pero Mustafá aun no se sentía preparado, era un niño, sólo en un país extraño, donde no conocía a nadie más que a ese grupo con el que tampoco se hubiera llevado en su país. Todo le resultaba hostil. Trató de convencer al psicólogo, al director del centro, a la trabajadora social...pero nada, no le creyeron. Le dijeron que no podía permanecer allí por más tiempo,que no había sitio.

Hacía frio. El aire era seco ese día. Cruzó la puerta lentamente, asustado y triste. Agachado bajo su pequeña mochila de NIKE, vacilante, avanzaba mirándose los pies, con las piernas temblorosas. No se le veía la cara, sólo se adivinaban el miedo y la pesadumbre. Estaba solo y no sabía a donde ir.

Al día siguiente, la trabajadora social llegó temprano como cada mañana al centro. Al abrir la reja se encontró con un niño dormido entre unos arbustos, acurrucado y doblado sobre sí mismo parecía mucho más pequeño. Era Mustafá, que había saltado la valla por la noche para volver a entrar al centro, huyendo de la prometida libertad democrática de Occidente. El director del centro llamó a la policía para que se lo llevaran.

5 de octubre de 2008

Mi primera crítica de cine...

"Che, el argentino"

Mito y Revolución, Mercado y Memoria…

El Che, ¿qué decir, qué escribir sobre él que no se haya escuchado o leído millones de veces? Esto me pregunté cuando ví anunciada la película. ¿Qué contarán ahora?¿Algo nuevo? ¿En diario de una motocicleta no habían desentrañado ya el misterio de cómo el joven médico acomodado se entrega al pueblo oprimido para liberarlo?

Lo cierto es que sentí ciertas reticencias hacia la película, pero un film protagonizado por Benicio del Toro y dirigido por Soderbergh -al que algo debería de quedarle de sus inicios en el cine independiente-, y que trata sobre uno de los mitos más manoseados de nuestra época, despierta como mínimo, curiosidad. Así que me dejé arrastrar hasta una de esas macro salas de cine, impersonales y frías, que suelo evitar, para poder contemplar en todo su esplendor al héroe redimido y sacrificado tanto a su causa, como a la enemiga. Para observar cómo el capitalismo rinde tributo en una apuesta multimillonaria, a uno de sus máximos oponentes en vida, es decir, a contemplar una vez más cómo la gran maquinaria exorciza a sus enemigos mediante la asimilación de mitos y su explotación comercial. Gracias a estas contradicciones a las que nos tienen muy acostumbrados, el guerrillero ha muerto ya muchas veces, llenando los bolsillos de todos esos buitres que de buen grado él hubiera aplastado con su propia bota hasta hacerles vomitar los intestinos.


Así que me encaminé prevenida hacia el cine, sin hacerme ilusiones, para observar cómo se saca rentabilidad de nuevo de uno de los mitos más representativos del imaginario capitalista, al modo de las estrellas de Hollywood, como Marilyn Monroe, Audrey Herphurn, James Dean o Elvis. Es la mitificación la que convierte al comandante en un producto comercial. Tanto el odio, como el amor que se despliegan hacia su figura, surgen de la desvirtuación de su persona, de la simplificación de muchos aspectos de una revolución al rostro de un tipo atractivo y autoritario. Ese famoso perfil que bajo una boina calada fuma un habano, ha venido a simbolizar y a reducir a marca de moda, todo un conjunto de personas, de ideas, de sueños, de vidas y actitudes. Resulta curioso cómo se reducen tantas cosas a un símbolo encarnado, a un muerto más entre tantos que lucharon y murieron por la libertad, contra la opresión,la explotación y la miseria…Insultan igual aquella lucha los que lo demonizan como los que lo idolatran, ambos caen en el error de darle más peso del que puede tener un solo individuo, en achacarle los aciertos y errores, los crímenes y heroísmos de pueblos enteros. Convierten en super hombre a un guerrillero más, más instruido que la mayoría, más atractivo, más ambicioso y astuto que muchos otros también, pero no por eso el único mártir. Ni fue el único que mató, ni tampoco el único que curó. Ni él ni Castro fueron, ni son la revolución. Ni Hitler fue el único que aniquiló judíos, ni Gandhi consiguió él solito la paz, ni Durruti fue el único que creyó en el anarquismo ni fue el único que luchó o murió por él...etc Tanto para ensalzar enemigos como para mitificar amigos, traicionamos la verdad, la causa de los que llamamos héroes, y esculpamos a muchos criminales, al hablar sólo de tal o cual dictador, o presidente...pues sin todos aquellos que hay junto y debajo de los "Protagonistas", esos supuestos héroes no hubieran sido nada. Sin embargo es algo que tienden a hacer mucho los comunistas con sus políticos, teóricos y guerrilleros, al igual que hacen los cristianos, los fans adolescentes con sus músicos y actores preferidos, o los fascistas con sus propios líderes...Personalmente creo que es algo que deberían revisar, porque dichos grupos no creo que quieran parecerse nada entre sí.

Quizás para evitar estas simplificaciones de las que se apropia el capitalismo, los que pretenden salirse del sistema deberían replantearse su fe y sus iconos y mitos, no hay más que recordar lo qué hizo la iglesia con aquél que quiso acabar con la pobreza, la propiedad privada y las jerarquías...¡Mirad cómo los ricos lo convirtieron en el símbolo de imperios, totalitarismos, esclavitud y genocidios!…

Pensaba en esto mientras un grupo de adolescentes cuchicheaba detrás de mí, y una pandilla de cincuentones con unas copas de más irrumpía en la sala riendo y poniéndolo todo patas arriba…Entonces, la película comenzó. Lo más idealizado que hay en el film del Che es el eco del propio título, las connotaciones inherentes al personaje. Pero la película no lo eleva a santo o héroe, ni lo convierte en un asesino sin escrúpulos, sino que respeta bastante lo humano, pese a que es claro protagonista, y los encuadres de la cámara traicionan esta intención, y lo ensalzan claramente sobre el resto, incluido Fidel Castro. Aunque no desde el principio, sino que se describe cómo el hombre, y no el dios de los iconos, comienza la guerra presentándose tímidamente como médico extranjero en Cuba, y poco a poco va asentandose en su papel de comandante e ídolo de masas. Destacaba es cierto, pero cada cual destaca a su modo. ¿Logra la superproducción restablecer a Ernesto Guevara en su humanidad, devolverle su mortalidad a través de sus memorias? Aun me lo pregunto.

La película entrelaza por un lado una parte de falso documental pretendidamente objetiva, en la que una periodista americana entrevista al guerrillero en un congreso internacional de la ONU. Esta parte, grabada en blanco y negro dota al film de cierto dinamismo y permite que Ernesto hable por sí mismo a través de sus míticos discursos, cargados de displicencia y provocación, que impresionan sobre todo por ser sumamente claros y directos, no como los discursos a los que nos tienen habituados los políticos. El hecho de que en la voz en off se introduzcan pensamientos y consignas del Che le da un tono poético y nostálgico, que a algunos parecerá panfletario, a otros iluminador, y a otros les hará perdonar un poco el perfil claramente comercial de la película.


La otra línea argumental se remonta al inicio de la revolución cubana, y está grabada en color. Consiste en una serie de cuadros de anécdotas. Comienza con la confabulación de un pequeño grupo de burgueses intelectuales que se dan cita en México, concretamente el momento en el que se conocen Fidel y Ernesto. Desde esta tranquila reunión, el film nos arrastra de un salto al interior de la vida guerrillera, para mostrarnos las ideas que tiene Guevara sobre cómo han de formarse los revolucionarios. El final culmina con la victoria en Santa Clara y la derrota y humillación de Batista.


Desde el punto de vista del guión y el ritmo, la película flojea. Se hace bastante lenta, especialmente durante la descripcción de minúsculos acontecimientos y peripecias de Ernesto en la selva, que pretenden mostrar como evolucionan su carácter y sus intereses. Estas andanzas están maltrabadas, y la historia se paraliza en rodeos interminables en torno a la personalidad del héroe y sus compañeros. Unas pinceladas que pecan de exceso en sus minuciosidad. Se insiste demasiado en ciertos aspectos hasta el aburrimiento, redundando las imágenes sobre las palabras. Por ejemplo, se quiere mostrar la importancia que tenía para el protagonista la alfabetizacióny el conocimiento,como insistía en que todos sus guerrilleros supieran leer y escribir, sumar y restar...un mínimo de cultura y conocimientos... Sobre este tema se muestran un montón de ejemplos tediosos, diálogos en los que se insiste una y otra vez en ello, y por si no se ha captado, se reitera lo mismo en la voz en off. El resultado es que pasamos una hora soportando un largo y torpe encadenamiento de episodios sobre la instrucción y lucha de los revolucionarios cubanos subordinados del Che, donde las los acontecimientos más relevantes de la contienda se cuentan de pasada, mientras que se insiste exageradamente en la visión e idiosincracia de Ernesto. No se entiende porque ocurren las cosas, qué lleva al Che a tomar unas decisiones y no otras. Las elipsis temporales generan una sensación de irrealidad y de detención de tiempo, que a quienes no los conduce a bostezar o roncar, les agota y agobia. La última media hora, con la aparición de Tania y la lucha en Santa Clara, recupera el ritmo que nunca tuvo y que siempre se echó en falta. Aquí se logra un poco de acción, es decir, ocurren cosas.

Uno de los mejores aspectos de la película, es la actuación de Benicio, que encarna con gran maestría al personaje, no sólo por su parecido físico, sino que se trata de una cuestión de carácter. El actor ha logrado adquirir ese aire de superioridad, la soberbia y el encanto irresistibles del auténtico Che. Benicio y Ernesto tienen la misma fuerza y belleza, el atractivo que las masas aman e idolatran, ambos comparten esa capacidad de evocación y mitificación. También el resto del reparto está muy bien elegido y caraterizado. Destaca la interpretación de Demian Bichir que interpreta a Fidel, quien en sus fugaces e intermitentes apariciones, borda el carácter, el tono y la gesticulación del ex dictador sin caer en el esperpento exagerado que muchos temían del cómico.

La fotografía también merece también más de un elogio, aunque no cabía esperar otra cosa, teniendo en cuenta lo que se ha avanzado en el tratamiento de la imagen, logrando una calidad que supera con creces a menudo la realidad, cómo se cuidan con precisión los planos, y así también la preocupación por la puesta en escena y la estética en general. En esta época, como ya denunciaron los hermanos Dogma en su manifiesto, los efectos especiales, priman sobre el contenido, no sólo, aunque sobre todo en las superproducciones.


La propia leyenda del Che ilustra esta primacía de la imagen, de la estética, frente al significado y a la historia. Muy pocos saben realmente quién fue, lo que hizo y representó en la revolución latinoamericana. Muy pocos han leído sus escritos, muy pocos conocen realmente al personaje, sus ideas, sus motivos, su lucha, sin embargo su hermosa estampa está en la memoria de todos. La imagen prima sobre el contenido. El significado queda reducido a lo más superficial de lo estético. Las películas articulan malos guiones con decorados grandiosos, historias deshilvanadas con meticulosa planificación de la luz y los encuadres, relatos repetitivos, previsibles y aburridos, frente a una innovación técnica que no conoce límites creativos, vestuario y maquillaje perfectos, grandes grúas, imágenes y sonidos que nadie hubiera soñado hace veinte años, y sin embargo todos estos elementos no cuentan nada, no expresan nada, sólo apabullan los sentidos, exaltan o complacen, sedan nuestro cerebro hipnotizándonos a través de la belleza y la fealdad sublimadas.

Se puede afirmar que si bien no se trata de mitificar al comandante, la película en sí no aporta relevantes conocimientos que ayuden a desmitificar, a esclarecer lo que ocurrió, o profundizar y reflexionar acerca de la revolución cubana. Es preciso tener ya ciertas nociones sobre que ocurrió en Cuba y sobre los personajes para comprender bien el film.

24 de septiembre de 2008

Declaración de amor de un espejo

Estoy frente a tí. Frente a tu cuerpo, el venerado, el desconocido.

Frente a tus dedos tímidos, que aunque están inmersos en el sucio y frío mundo, no se atreven a acceder a ti misma, a despertarte al temblor de la lava fluyendo por tus venas, derramándose más allá de tus fronteras.

Eleva tus labios sobre ti, para conocerte, para encontrarte, para aprender amándote a amar a los otros. No permitas que esos dedos que se entregan a tareas serviles se rehúsen a acariciarte, a concederte ese aliento que necesitas.

Reconócete en tu cuerpo. Reconoce la voluptuosidad que emanas y no ves, lucero ciego que iluminas en tu oscuridad, dadora de placer, incapaz de recibir en tu carne el temblor que provocas.

Mírate mujer, mírame. No soy más que el espejo a través del que te desprecias día tras día, noche tras noche. Soy tal y como me ves, no tengo densidad, soy una idea, una sombra que puebla tus miedos, que te somete a una sola dimensión, a nada. Abre los ojos y mírame, profundamente… atrévete a contemplar tus líneas, tus curvas, tus oquedades. Atrévete a mimar tu cuerpo, a sentirlo y tocarlo, a arder en las llamas de tu propio placer. No pienses, no te compares, no te midas, déjate fluir a través del olvido, de una inocencia infantil, ríndete a las palpitaciones de tu tacto.

Escúchame, no soy nada, soy tu imagen, soy tu otra tú misma que en silencio se pudre en la noche de tu espanto. No temas, vive, quémate. Que tu piel se palpe a sí misma, que te arranque de ti, que te arrastre más allá de mí, que las cosquillas te sustraigan del miedo a caer, que te lance sobre el abismo y allí abajo reconozcas tu poder.

No desprecies las diferencias, desproporciones o asimetrías, no las mires como te miras a ti…sino como miras al resto…mira con los ojos del deseo, como miras a quien quieres de verdad, a quien admiras. Encuentra lo bello en cada rasgo. Mírate como se mira a un amante, amando cada pequeña arruga, cada herida o cicatriz, cada pequeño defecto que perfecciona el cuerpo idolatrado.

No te juzgues, permítete ser, ser otra diferente a quien acceder desde fuera, sin prejuicios, sin valores, sólo buscando el placer al que te sustraes criticándote, perdiéndote en modelos que te imponen límites, que rechazan tus formas.

Eres un mundo extraño anclado a mí, a este reflejo invertido en el que no puedes entrar, incomprensible a tu calidez. Tierna y suave, regocíjate, arrópate en tus propios muslos, húndete en tu dulzura de miel, tiéntate en la luz, no apagues las velas, no te duermas en otros brazos hasta que los tuyos no estén llenos de tus propios arañazos. No puedes amar sin amarte, no puedes alcanzar ese grito triunfal sin haber alcanzado tu victoria, tu propio reconocimiento en un ardor que te desate, que te haga morderte los dedos y tirar los trastos por la ventana, arrojar a los curas y las revistas por la ventana, la cera y las cuchillas, el corsé y el relleno, la laca de uñas y el rizador del pelo, el pintalabios y los tacones. Tú, vestida solo de ti misma, absolutamente limpia y desnuda, llena de tu piel y tu vello, llena de tu cara y de tu vientre, llena de tu pecho y tu culo. Llena de cada parte que aman en ti y que nunca te resulta lo bastante bueno, nunca lo suficientemente perfecto, siempre demasiado poco o demasiado grande, demasiado caído o levantado. Olvídate de medidas, de anchuras y estrecheces, admírate en la escultura de tu cuerpo tal y como es. Mira y acaricia, piérdete y descúbrete, recuerda que si eres capaz de amar a los demás, a las demás, si eres capaz de aceptar sus defectos, también puedes hacerlo contigo... ¿Por qué iba a ser diferente? Y si no eres capaz de aceptar eso que te hace especial y discriminas como defectos, es que estás demasiado ciega, que eres demasiado cruel y que no estás preparada para querer de verdad…Entonces, no eres más que yo, es decir, un triste reflejo de tí misma, una sombra vacía de tu cuerpo...Estás demasiado atada, demasiado reprimida…y quizás debes volver a otro tiempo…a otra edad en que aun no te habían clavado esos modelos en la conciencia, pudriendo tu carne con un odio absurdo.

Yo que soy tú, te amo, deseo tocarte, lamer cada rincón oculto de tu morada, de tu ser… morderte poco a poco hasta hacerte desmayar. Pero no puedo, no soy nada, solo una idea condenada a mirarte y ver como desprecias lo que no miras ni tocas. Tengo que sufrir observando como te consumes de pena, siempre ciega, en tu alto trono de mármol y cristal, viendo como siendo reina te condenas a la esclavitud. Corónate con tu propia belleza, haz sobre ti misma todo aquello que yo quiero hacerte, entrégate todo lo que yo quiero entregarte.

20 de septiembre de 2008

A tí que no podrías existir

Te escribo a tí, que jamás leerás esto, que jamás comprenderás el silencio de mi grito oculto y expuesto al mundo entero. A tí que vives ajeno a ti mismo, que nunca sabrás de este delirio que me hace regresar a la más tierna adolescencia, un requiebro infantil que descansa en tu abrazo indolente...Y así respiro este silencio en el que me obligas a habitar sin saberlo. Sueño con esa piel tuya que me quema en su frialdad, esa dulzura paciente que me ata a tu rutina, que me arrastra contra tus manías y me ancla a un tiempo de añoranza constante.

Te escribo a tí que no podrías compartir esta locura que me tienta hacia el vacío...a tí que me pescaste sin saberlo con tu hilo de marioneta absurda.
Mientras tanto , maúlla mi gato y el reloj juega a retrasarse cuando bostezo sobre tu ausencia...
Mientras tanto, las gaviotas esquivan la reproducción fría de la grabación, los destellos del atardecer no se dejan apresar con la cámara, el sonido y la imagen son insuficientes para evocar este momento...¿Cómo traducir los aromas marinos, las risas nocturnas sobre la tierra, las estrellas desapareciendo en un pálpito del viento...? Sin embargo es fácil dejarse embargar, y así las notas de un acordeón me acercan a olores inaprensibles, irreproductibles, incomunicables que quisiera regalarte...pero ¿cómo apresarlos, como envasarlos...como hacértelos llegar? Le doy otro trago a la cerveza y me imagino esbozando en el aire el cuadro imposible de este atardecer que se perderá para siempre.

Te escribo a tí que aun sigues en pie, pese a que te fuerzan a la representación, a la imagen desvirtuada de tí mismo. A tí que te desveneces tras las palabras.
Te pienso en este pequeño oasis libre del recuerdo, pensando que la realidad es demasiado sólida o demasiado etérea, que se me escapa entre los dedos y no puedo compartirla, no puedo compartirte con ella, no puedo compartirla contigo...Es imposible que nos entendamos, que logremos dar ese paso,traspasar los cuerpos, traspasar los signos, ya sean las cartas o las palabras, las películas o los retratos, las fotografías o el teatro...todo se queda demasiado lejos de la verdad, de eso inasible que respira bajo nuestros intentos desesperados por contar algo.

Te escribo a tí que no tienes nombre, a tí que estás poblado de alusiones y descripciones, a tí que estás clavado en mi espalda, en mis manos, en mis tinieblas. A tí que no puedo mentirte, que no puedo llamarte ni despedirte...que habitas mis pesadillas, que me muestras la imposibilidad de vivir, la permanente muerte que suministran las esperanzas. A tí mi hermano, que existes en lo inexistente, en el mundo previo al lenguaje. Trato de explicarte que no podemos ser más que estos fantasmas que sufren como espectadores de lo inefable, como inútiles creadores de agujeros sobre lo real, sometidos a nuestra infinita finitud. Nos condenaron a la incomprensión, a la falsa idea de la razón que nos aproxima, de los sentimientos que nos unen...pero no basta, sólo nos soñamos y peleamos contra la nada, para encontrar algo, para encontrarnos...,es ridículo vernos desde el trono de Zeus, se burlan de nosotros los dioses porque no somos más que ecos sordos de las angustias del otro.

Te escribo pq se que me buscas y no puedo reconocerte entre tantos rostros, te escribo convencida de que nuestros caminos no pueden cruzarse jamás, aunque escuchemos nuestros lamentos noche tras noche...Aunque nos besemos en cada beso, aunque nos amemos en cada amante, aunque soñemos construir el mismo mundo, porque no somos ella, porque no pertenecemos a la realidad que une a los hombres y mujeres...Porque sólo somos el sueño de un artista, figuras de aire, figuras destinadas a desesperarse y ahnelarse en un plano vacío, a habitar un escenario de fantasmas y a dibujar la sombra de esas alucinaciones instransferibles que nos convierten en eternos solitarios.

12 de septiembre de 2008

El abrigo

Masticaba la hamburguesa con esa velocidad paciente que da la costumbre. Masticaba lenta y rítmicamente. Me gusta escuchar cómo trabajan los pocos dientes que me quedan. Masticaba como he dicho, sin darme cuenta de qué es lo que comía, y de pronto ya la había engullido por completo. Tampoco me percaté de que me observaban unos cuantos individuos desde la calle. Los ojos indiscretos se multiplicaban por instantes. ¡No se puede ya ni comer tranquilo!-pensé-.

Entonces miré con asco mi vieja zapatilla, la suela se había despegado, estaba sucia y cansada, no tenía ya ganas de vivir desde que perdió a su compañera hacía unos cuantos días. Me pedía a gritos piedad, no soportaba estar sola. La escupí de nuevo. Odio la autocompasión.

El cielo se cubría lentamente de hollín, o eso me pareció, mientras el último trozo de carne daba vueltas en mi boca. Ya eran decenas los que se agolpaban contra el cristal. Bebí mi cerveza con calma, aunque detesto beber cerveza en vaso de papel. El encargado, que no me quitaba tampoco la vista de encima, llamó por teléfono señalándome nervioso, ¿creería que podían verme a través del auricular? Quizá les incomoda verme con una sola zapatilla, pensé, tal vez me traigan otra, o incluso puede que me traigan un par nuevecito, y así esta pobre, podrá descansar en paz…

- ¡Soy un 42 chico!-le grité al encargado. Pero se le cayó el auricular de la mano al ver que me dirigía a él- Las zapatillas chico, soy un 42, y por favor, que no sea un zapato demasiado duro, prefiero unas deportivas, o unas sandalias, que luego en verano son lo mas cómodo…-El chico colgó el teléfono sin informar sobre las características de mi calzado.

Una niña pasó a mi lado llorando y señalándome asustada. Su madre la cogió en brazos y le tapó los ojos mientras salían del burguer: “Es de mentira cariño, es de mentira” le repetía para tranquilizarla, aunque con un tono ligeramente histérico.

Sonreí. Al fin comprendía lo que tanto inquietaba a todo el mundo. Bostecé un tanto molesto, no soporto que la gente sea tan hipócrita. ¡Estaban aterrados! ¡Espantados por mi abrigo!Caguetas... ¿Y que podía hacerles mi abrigo?Si, dígame, ¿qué podía hacerles? Es curioso, nadie se asusta por ver a una putilla cubriendo su caro cuerpo con un tigre de bengala, y sin embargo, que un pobre vagabundo se busque un abrigo dentro de sus posibilidades les resulta indecente,¿Pero qué se han creído? ¿Porqué se escandalizan al ver piel humana reutilizada!

¿Ha dicho usted inmoral? Ah, criminal… ¿que es un delito dice?… ¿y porqué? ¿No es delito hacer esas hamburguesas y más aun, venderlas? ¿No les dan lástima los caballos y ratas con las que están hechas? ¿Por qué no es delito fabricar ropa o carteras con cuero, o que maten a veinte zorritos para una señora? A ver, en serio, díganme ustedes señores, que parecen gente sensata: ¿Por qué se ponen así porque me abrigue con el pellejo de una vieja? ¿Acaso creen que con mi edad y en esta ciudad me puedo dedicar a cazar gatos o perros?

¡El mundo está loco!, le comenté a mi triste zapatilla. La pobre andaba muy decaída desde que quedó sola…

Distancias

La última expresión de tu rostro me obsesionó durante meses. Ahora ya no es más que el recuerdo de un recuerdo. Una resaca más. El reflejo difuso de un montón de sensaciones y palabras inconexas. Tu boca es solo el pequeño oasis que desaparecía voluptuosamente sobre mi piel. Racimos de besos y arañazos desatados. La imagen de la despedida se eleva sobre luces amoratadas, bolsas de basura y tomates podridos. Tu mirada melancólica se ha gastado de tanto dibujarla por los muros. Sólo sé que estabas más o menos de pie, tambaleándote con un litro de cerveza en la mano. Te acercaste arrastrando las botas, pero me abrazaste tan fuerte que los pinchos de tu cinturón me marcaron la piel.


Esta ciudad me ha vuelto miope. No consigo ver más allá de las grises ruinas. Muros y escaleras que se pierden en dirección a ninguna parte. Peldaños persiguiéndose, volviendo sobre sí mismos sin más anhelos que el eterno reencuentro. Yo los subo y bajo a trompicones creyendo verte venir o marchar... siempre detrás de ti... pero nunca estás. Las desvencijadas fachadas no te ocultan a ti, encubren un tiempo agónico. Rodeo las murallas gastadas sin más encanto que la cansada obstinación de embestir contra el polvo y la nada. Aquí no vive nadie. Es una ciudad de paso, de estudiantes y turistas, todo lo que permanece aquí muere, se confunde con las piedras.

Hay momentos en que cobro consciencia de esta soledad. Comprendo que me gano la vida sin ningún fin. Descubro que no tengo más motivos para cantar que llenarme la barriga para volverla a vaciar. Me esfuerzo para nada. Todo pierde el sentido porque estoy dejando de esperarte, ya no hay motivos…Me deslizo hacia rincones pestilentes ahogada en llanto y sudor. Me ciega la rabia cuando despierto entre cascos de botellas sola, ensangrentada. Recuerdo entonces que estás muy lejos. ¿Cómo voy a encontrarte entre estas mazmorras decrépitas, si tú eres el derroche de la juventud? ¿Cómo encontrarte en esta tierra sumergida en la decadencia y el escepticismo? ¿Cómo imaginarte aquí a ti, que juegas sobre las cornisas de Madrid a lanzar ilusiones contra los errantes perseguidores de futuro?

Mi guitarra te echa de menos, la observo impotente deshacerse, ya casi no se queja. ¿Sigues jugando con tu flauta y los malabares? Yo hago lo que puedo y remiendo acordes contra este vacío ruinoso, añorando tu ciudad. Observo las torrezuelas despistadas que acurrucan perros sin nombre bajo sus sombras y así recuerdo los árboles raquíticos de Madrid.

Entre la maleza y el ganado cansado, quiero atrapar el atardecer de tus muecas. Muecas arrogantes que escupes al mundo mientras esquivas los coches por la Gran Vía. Yo a la vez me deslizo por las callejuelas de Coimbra dibujando y borrando el regreso a tu ciudad. ¿Volver a Madrid? No, eso no. Tienes que venir tú. Reaparecer de la nada. ¡Justo cuando el cansancio me tiente sobre el precipicio de la extinción me rescatarás como siempre!

La gente pasa a mi lado sin olerme. Mientras, el Flaco improvisa un fado. Pasan por mi lado y no me sienten. A él tampoco le escuchan. Yo estoy colocada y la música me ayuda a perderme más en mi camino hacia la densidad mas profunda del ser humano…lo más podrido y puro. Bueno, estoy en paz. Me rodean seres que danzan al son de la música distorsionando el espacio. Espero no tener un mal viaje como aquel… ¿Recuerdas? Estábamos tan contentos con el regalito recién traído de Ámsterdam-¡Un bocata de setas mejicanas!- que en diez minutos, tras dos días de drogas y ayuno, emprendimos la excursión a través de alucinaciones galácticas. ¡Qué a gusto estaba tirada allí en la plaza revolcándome por el suelo cuando de pronto apreció aquel monstruo azul de cráneo pulido y luminoso a pedirnos la documentación! Te reías mucho y le hablabas del respeto, compadeciéndole al mismo tiempo por ser un fracasado resentido que tenia que armarse para sentirse alguien, que no se respetaba a si mismo sin su chapa y su porra Ja, ja, ja…y a la vez le diste una amistosa palmadita en la espalda.

¿Y te acuerdas de que cuando él ya estaba apunto de reventar tuve un arrebato y de un salto le quité la gorra? No se bien cómo escapamos. Se que corríamos y el corazón parecía habérseme detenido, calaveras y cirios me asediaban mientras corría, pero me sentía segura entre ellos. De repente el silencio. El silencio hueco de un portal. Un portazo y oscuridad. El olor a madera podrida, el aire de generaciones lejanas, las sombras de otras persecuciones que atravesaron las arteria del viejo Madrid…Me sentía tan feliz temblando entre tus manos de astronauta…hasta que de pronto de dentro de la gorra empezaron a manar chorros de sangre…tú no los veías pero yo me empapé entera de aquella sustancia viscosa, quería matarle, correr hacia él y estrangularle ¡Asesino! Quería gritar, pero no era capaz de articular palabra, sólo podía golpear el portón que no cedía y llorar, llorar…Menos mal que estabas allí para sacudirme y rescatarme de aquella locura. Gracias Pana, ¡Cuántas veces me has salvado de mi misma!...y ahora… ¿Quién me rescatará? La gente no me ve, no existo, estoy muerta, condenada a desaparecer…Pero no me importa, tampoco me molesto en reconocer sus caras, no quiero olerles si quiera. Dirijo mi nariz hacia lo alto de las almenas. Tus aromas me estremecen, primero el de la hierba seca que se deshace en tus manos y luego poco a poco recuerdo el té que humea a tu lado en un tazón de barro. Te olfateo allí arriba sobre la muralla y me tranquilizo al verte lanzando escupitajos cuando me echan de un bar.

Últimamente destrozo a patadas las librerías y los anticuarios buscando tus zapatos... Mientras tanto tú te revuelcas por el barro en una rave y te diluyes entre copas, pastillas y sonrisas desencajadas, muy lejos de esta fortaleza dormida en el medievo. Y hay veces que me enfado y me canso de recordarte sobre los azulejos rotos del baño. Me harto de buscarte entre partituras y cucharas gastadas. No logro ver tu cara y camino perdida entre extrañas banderas que no comprendo. Es inútil…no tiene sentido recordar y poco a poco esperar se vuelve más absurdo…

Hace tanto frío aquí... tanto frío... que no quiero regresar todavía. No quiero regresar sin tí. Prefiero esperarte. Iremos juntos. En silencio, abandonaremos esta ciudad en tu furgoneta. No podría volver yo sola a buscarte… ¿Cómo soportar despertarme junto a nuestros cadáveres? Prefiero retozar entre las ratas de este cementerio, soñarte entre sábanas amarillentas y colchones meados, recordando cómo te cortaste el pie la primera vez que dormimos juntos en una casa abandonada del Albaicín.

Es tarde. Bajo palomas tuertas los basureros me han contado que ya no paseas por las tardes con tu gorra y la flauta. Que te esfumas por los callejones del pozo. Que te cubres con cartones al amanecer, entre campos de nieve surcados por caballos alados.

Dice el cartero que se te acabó el papel y que cambiaste la pluma por una aguja. Me cuentan que te deslizas por las alcantarillas con el filo de una navaja entre los dientes. Que te arrastras tiritando por los umbrales de tienduchas de alimentación, recogiendo pipas y latas que se enredan con los escombros de nuestras baladas. Me araño los ojos y chillo. No me lo creo. ¡No me lo creo!

Hace dos años…Tú tirabas de un carrito de la compra y yo dentro cantaba nuestro bolero. Me hablabas de Suramérica, de los montes de Perú…y me los señalabas desde lo alto de Sierra Nevada.

No puedo, no quiero creerlo. Y no me hace falta volver para comprobar que no es cierto. Así que desde aquí sigo buscando tu acento alegre, vomitando sobre el crepúsculo versos de Extremo y Sabina. Las monedas caen ligeras sobre mi manta hecha añicos. Echo a rodar mis cantos por las callejuelas empedradas. Mis canciones lloran acariciando el recuerdo de tu torso moreno y frágil, de tus pupilas de gato.

Se escapan las semanas y sigo buscándote entre las columnas y bajo las balaustradas. Aunque truenen voces de muerte yo me dejo atrapar por la memoria y grito tu promesa:

- Mi último día será también el tuyo. Unidos por las manos, nuestros cuerpos

reventarán juntos. Saltarán por el aire los pedazos de los dos confundiéndose entre sí para luego caer y abonar la tierra…

Sé que ocurrirá así. Esas voces agoreras mienten. Me quieren engañar haciéndome creer que te hundes en las ruinas de nuestro refugio estival... Aquél reino de cemento del que desterrábamos todo lo absurdo a mordiscos y a carcajadas. Días que empezaban al atardecer hundidos en un colchón húmedo y pegajoso. Verano eterno del que solo recuerdo cómo te corroían los labios mil hormigas y se me derretía el miedo bajo tus arañazos, bajo tus dientes abrasando mis muslos. Envueltos por una nebulosa de alucinaciones caprichosas podíamos seguir siendo niños, seguir jugando a ser caracolas de mar. Recuerdo el estruendo continuo, las luces vibrando sobre mi guitarra, los cuerpos entumecidos meciéndose sobre una barandilla, la sensación de ser vapor sobre la hierba, el sabor de los colores… Vivíamos enloquecidos por la música y el sexo, reciclando por las aceras, recogiendo fruta y pan…alucinando sobre los charcos de mugre.

Pero ahora se ahoga todo en una fuentecita cristalina donde lavo mis trapos. Ahora siempre sola. En silencio. Estudio, escribo, invento y canto sola. Sola, pero rodeada de gente. Gente que no son nadie porque tú no estás. Con la que me resulta imposible hablar, relacionarme. No logro ser alguien más… Estoy triste, me da asco hablar por hablar, llenar el silencio con sonidos que no significan nada. Hablar solo para recordar que estamos ahí, para hacernos presentes, para crear la ficción de que nos pueden comprender, de que nos podemos tocar de veras. Pero para mi no hay nadie, sus sonidos no me dicen nada. Sus rostros son máscaras vacías. Hablan y no entiendo, continúo cantando u observando desde mi mutismo cómo desaparecen nuestras sombras, como te esfumas para siempre. Sola. Yo sola. Olvidada del resto de mundo, de sus alegrías y desgracias. Yo, y nadie más que yo. Sola quemándome en este invierno, porque sola no me sirve para nada colocarme, sin tí las drogas no me alimentan…y el sexo se ha vuelta una insípida y vulgar rutina que acentúa mi soledad. Nada me llena, nada me agrada, sólo tengo mono de ti.

Rompiste con todo a los nueve años. Dejaste la escuela, aprendiste en la calle. Al poco tiempo tus padres te dejaron a ti y a tus hermanos. Aunque nunca has pretendido trabajar, ni ganar dinero, te las apañaste con dieciséis años para llegar sin un rasguño a España. Lo único que has ahorrado en tu vida fue aquello que ganaste vendiendo bolsas de plástico para huir de Perú. Si, tú sabes sobrevivir. Pero yo…yo era una lacra porque no podía escapar y romper con todo…me angustiaba el porvenir. Tenía miedo a perderme en la mugre marginal, me sentía tan falsa…Pero me gustaba nuestra vida, no robábamos a nadie, el dinero lo sacábamos de jugar al arte por las calles, nos lavábamos en las fuentes y nos alimentábamos de lo que otros despreciaban. De vez en cuando íbamos al convento, aunque lo mejor era la estación de autobuses, allí comíamos como señores… ¿Recuerdas las paellas que dejaban enteras los guiris? Y luego a diario íbamos a reciclar al mercado de Granada cuando cerraba… Ah, es verdad, así te conocí, hurgando en una caja de ciruelas.

¿Creías que yo no podría aguantar esa vida? Lo habría hecho. Al principio era un juego, luego tuve miedo, pero estaba dispuesta a intentarlo porque te quería. Te quería Pana, necesitaba creer en que se puede vivir de otra forma, pero tú no creías en mí. Para ti yo era una débil, en todo caso una soñadora con nostalgias revolucionarias. Una niña inútil y mimada. Educada en una vida de consumo y adiestrada para un trabajo productivo, como tú decías: “Amaestrada para el futuro”. A veces, tras un chungo, me tirabas del pelo y gritabas: “No sirves para nada, cobarde, estorbo…tú quieres vivir… Necesitas demasiado la vida, la salud…la cordura (palabra que te enseñé yo y que odiaste desde el instante en que la comprendiste). Te agarras a todo…no sabes dejarte llevar. Sé tú, aquí y ahora, nada mas”. Yo quería inventar contigo otro mundo, otras posibilidades…Pero cuando te contaba mis planes, mi utópica aldea, te reías: “Eso suena a política, yo solo me ocupo de vivir como quiero, al margen de la producción y el consumo. No quiero sembrar… ni construir nada. No quiero echar raíces en ningún lugar”. Intentaba comprenderte pero no lo logré, me equivocaba siempre.

Lo que menos soportabas eran mis lágrimas. Te enfurecías hasta asustarme. Me reprochabas ser torpe y débil. Decías que era una carga, que no sabía ser libre, romper con mis prejuicios, escapar de los miedos con que me habían moldeado… Inmediatamente después te dormías y al despertar me pedías perdón con infinitas caricias, pero ahora sé que lo pensabas de verdad. Sino… ¿Porque me has abandonado?

Me has abandonado pero yo no logro desprenderme de ti. Ahora te comprendo, ¡al fin!...aunque ya es inútil. Camino sonámbula bajo las farolas. Te olisqueo en el fondo de las legumbres mientras escucho que te han visto lanzarte contra un coche. Dibujan tus ojos hirviendo de frío, el cuerpo desposeído y dando latigazos con la lengua sobre las sílabas entrecortadas de esa maldita palabra. Yo no lo creo, se que no fue así. Destrozo tus zapatos con calma. Solo tiemblo un poco. Aprieto los párpados, pero le veo. Sé cómo ocurrió. Trato de no mirar…trato de no verte perder el aliento. De no sentir tu putrefacción. De no escuchar cómo cae sobre la vela tu cuchara desconchada.

4 de septiembre de 2008

decir te quiero

Fría, fría como el agua de un manantial, fría como un témpano de hielo...fría como la cerveza durante una hora en el frigorífico. Así decretó alguien que es ella: fría y distante, y después, "No tienes sentimientos" fue la frase final.

Se queda mirando atontada a su gato, al que adora con locura. De hecho le mira sin verle, o más bien le ve sin mirarle, porque lo que observa es un espacio vacío sobre la cama. El felino ha desaparecido y ella lo añora como a un hijo, como a un amante, como a un hermano. Mira el vacío que deja la pequeña criatura que tantos desvelos le ocasionó, y se pregunta si aquello sería amor...Pero la sentencia no iba en ese sentido, quizás a los animales pudiera dar su cariño, entregarse, comprometerse , pero ¿con las personas? Fría, fría como...

Hace tiempo que se dió cuenta de que la gente va y viene, la mayoría se quedan un rato muy intenso y desaparecen de pronto para siempre, muy a menudo con reproches incomprensibles, o sembrando el silencio del ladrón que huye de madrugada. Por otro lado, los grupos se comportan de forma un poco diferente a los individuos. Vienen con la intención de quedarse para siempre, constriñendo la vida de sus integrantes, asignando a cada cual un papel en la micro comunidad que nunca se puede cambiar, exigen más fidelidad que un marido, son más caprichosos que un adolescente y dan menos que un viejo roñoso. Los grupos anulan la personalidad, y en ellos la mayoría de sus componentes se sienten solos, pero protegidos por la presencia de cuerpos sólidos a su alrededor, y así mantienen la endogamia, los celos de comunidad, el espionaje recíproco y la reiteración absurda de costumbres adquiridas de un modo mecánico durante años.

Ella renunció a lo cerrado de los grupos muy pronto, con nueve años comprendió que la conjura contra Julio César y la matanza de la Revolución Francesa no fueron hechos aislados en la historia, sino una bella tradición que se repite generacionalmente. Las niñas, desde chiquititas, sienten una fascinación fatal hacia las puñaladas por la espalda y las decapitaciones públicas. Lo habitual es que entre unas cuantas se sortee el papel de víctimas, mientras que las verdugas son siempre las mismas. A ella no le gustaba condenar a nadie, y por supuesto no estaba dispuesta a dejarse ejecutar cada dos por tres...Así que se fue a pegarse con los chicos. Esto siempre le pareción más sano y sincero. Aunque los chicos fueran cansinos, vacilones y algo salidos, con ellos los enfados se solucionaban de forma limpia y directa, es decir, con un buen puntapié entre las piernas, ellos retorcidos un ratito en un banco...ella abrazándoles arrepentida y después...¡a seguir jugando!

Pero con la adolescencia todo cambió, los grupos de chicos mantienen las mismas características que los de las chicas en los rasgos generales, aunque con diferencias respecto a los hermosos linchamientos populares propio de las mujeres (que por cierto van mejorando y refinando sus téncinas según se hacen mayores). Los chicos la querían, se convertían sinceramente en sus amigos, pero...la sinceridad no podía proceder del corazón, ni si quiera metafóricamente hablando, ni venían de la cabeza, suponiendo generosamente que fuera posible, sino de otras partes del cuerpo más proclives al cariño espontáneo, es decir, de esas partes nobles e innombrables, que a ella de niña le gustaba tanto patear.

De esta forma, amigos y amigas pasaban, alzaban frente a ella (o a sus espaldas), su tipo de puñal correspondiente, y así , poco a poco, conoció a mucha gente y se separó de ella.Montones de cadáveres malolientes poblaban sus diarios, montones de lágrimas y de rincones oscuros y solitarios...montones de mentiras que alegraron su vida y que carcomieron su confianza en losdemás. Por supuesto, no todo fue tan malo para ella, porque también conoció "individualmente" a buenas chicas, y logró enamorarse de algunos de los chicos que se enamoraron de ella, e incluso con algunos mantener una relación exclusivamente amistosa. Pero siempre fue complicado, y tras descubrir año tras año que las historias se repetían, que las amistades resultaban falsas en uno u otro sentido, tras las desilusiones y los fracasos, se fue endureciendo, se hizo desconfiada, tímida y más bien arisca con los desconocidos. Por otra parte se entregó el doble a las personas que aun respiraban a su lado.

Eres fría, le repitieron de nuevo. Vale, no porque no tengas sentimientos, sino porque no los muestras, nunca me has dicho "Te quiero".

Su vida le enseñó que lo más auténtico en el amor o en la amistad vive en las ficciones literarias y fílmicas, donde decir "te quiero" es más importante que el mismo beso, pero decir te quiero significa en la mayoría de los casos: Te necesito para tal o cual; Me convienes para tal o cual; Me caes fatal pero no me queda otra que soportarte; Te deseo o te quiero follar...; Quiero que seas de mi propiedad...etc. Ella lo decía muy poco, o quizás nunca dijo "te quiero". ¿Cómo recordarlo si cuando quería lo repetía una y otra vez con miradas, con risas, con lágrimas y caricias? Pensaba que quienes no lo decían era porque lo sentían de veras, y no necesitaban matar la magia con palabras desgastadas, con cursilerías huecas, con pantomimas hasta la arcada repetidas. Que un "te quiero mucho", para ser verdad ha de decirse con un abrazo a tiempo, con una conversación sincera, con un estar ahí cuando te necesito, con un te dejo ser libre, haciéndote feliz y siéndolo a tu lado.

No es que no creyera ya en el cariño o el amor, simplemente no creía como antaño en los cuentos de hadas de Hollywood, ni siquiera en los de Andersen. No porque no creyera que podían ser posibles, sino porque le daban ganas de vomitar. La sirenita que renuncia a vivir en su hábitat con su familia y amigos, libre nadando bajo el mar; que cambia su cola multicolor por un par de piernas blancuchas para abrirlas ante su príncipe azul. ¡Renunciar a todo por un puto hombrecillo vigoréxico! También recuerda su infancia, desgastando esos libros de cuentos en los que un soldadito de plomo se quema con su bailarina de papel en una chimenea...¡Así de frágil es el amor! La cenicienta se liga al príncipe por mojigata (o comedidad y calculadora) y no darle "todo" la primera noche, aparte de ir vestida de niña pija y rica, que eso siempre es importante para cazar príncipes. Todo eso lo ha visto en la realidad...y no lo quiere, no lo espera...¡No, ni hablar! Pero su memoria evoca de nuevo a Disney, - nuestra referencia moral infantil principal-, y recuerda al guapo Aladin, que le promete el oro y el moro a Yasmine. La seduce hablando de "un mundo ideal", volando en su alfombra mágica bajo un cielo nocturno plagado de estrellas... pero la única magia es la pasta de la bella princesa. El ladronzuelo da un buen braguetazo, engañándola con un ensueño psicotrópico que no dura más que una noche. Y así son todos esos cuentos que nos explicaron el amor, presentándolo como una breve mentira o una farsa interminable. ¿Y luego que queda? Dos corazones fundidos en uno, la bailarina y su soldadito, eso es lo único que queda: un bonito recuerdo entre cenizas, o un y "comieron perdices....y se dieron con la verdad en las narices".

Ella es fría, ella es distante, ella no tiene sentimientos. Pero quiere disfrutar de esos instantes en que se funden los cuerpos, las alfombras vuelan y los cangrejos cantan...Las mentiras son lánguidas y artificiosas, cursis y frías, comparadas con la verdad que es fuego, son mordiscos y arañazos que no se explican ni se piensan...la resaca trata de ordenar, de encorsetar remilgadamente la furia volcánica, que no se deja atrapar. Ella no quiere redes ni rejas de mentiras, no quiere renunciar a todo lo auténtico, aunque efímero, a cambio de espejismos sensibleros,vacíos y fríos.

Jamás le dijo "te quiero" a su gato y se pasaba horas acariciándolo sin desear nada más que acariciarlo.No necesitaba tampoco escuchar esas palabras, sino sentirlas, tocarlas.

No se pide el amor, no se pide la amistad, no se piden los besos, ni se piden los te quiero...Ella da todo sin que se lo pidan..no espera, no sueña, no busca nada, simplemente construye, crea...de las cenizas de todo aquello que amó y odió en su día.

3 de septiembre de 2008

Genes y estadísticas, Mentiras para sostener la realidad

¡Yo te quiero a tí mi vida...! Pero no lo puedo evitar, soy débil, me pueden los genes...

Leo tantas noticias absurdas que he perdido la cuenta, pero esta me ha hecho pensar...¡¿Cómo explicar la infidelidad por la genética?! ¿Hay un gen que se encarga de burlar dicho pecado? ¿Por qué Dios iba a prohibir algo que ya programó como inevitable en 4 de cada 5 hombres? ¿El pecado sólo se hizo para las mujeres?

La verdad es que siempre me indignó el favoritismo de los Dioses con Mayúsculas por los varones. Siempre me pareció que son los niños mimados y consentidos a los que nunca se puede dejar solos porque la lían. Son tan golosos que los engaña cualquier Evita que les ofrezca una buena manzana, y tan celosos y egocéntricos que matan a su propio hermano por un puñado de tierra, es decir, por un puñado de poder, que puede traducirse en posesiones materiales, o posesiones familiares: como novia, esposa, hijxs etc...
Y sin embargo, siguen siendo los elegidos, los favoritos del Señor. Se les promete en la tierra y el cielo harenes, rebaños de hombres y animales, poder y libertad... Los nombran profetas, custodios de la verdad y la ley, les instituyen como jueces, padres y dueños de los Hogares y las Iglesias. Son los fuertes, libres por naturaleza, debido a su "racionalidad", y también gracias a que anatómicamente están exentos de las ataduras y responsabilidades (junto a los dolores y riesgos) de la procreación. Y no obstante, sin sufrirlo suelen ser raudos en adquirir los derechos sobre la criatura y bautizar aquello que surgió "espontáneamente" de su deseo irrefrenable, del ansia de posesión de la hembra.
Bien, claro que todo esto es cierto, porque habitan un mundo hecho y construido por y para ellos, lo que les permite vivir bastante cómodamente. Sin embargo, artículos como este demuestran que necesitan justificar sus debilidades sea como sea...porque los pobres tienen un montón de ellas...la peor de todas ellas: Nosotras.
Ellos son responsables de sus propiedades, de sus cosechas, fábricas, mujeres, descendencia, siervos y animales, y de su productibidad y rendimiento. Las grandes religiones monotéistas y patriarcales, siempre han considerado una deshonra que una mujer fuera infiel, promiscua, impura...una vergüenza para su dueño, padre, hermano o marido, y por ello se ha podido castigar dicha actitud con mucha más violencia y rotundidad que la del hombre, que no debe rendir cuentas a nadie mas que a sí mismo o a otro hombre por encima de él. Se han refugiado en mil argumentos para justificar sus tendencias: porque son más brutos, más animales, más instintivos, pq una mujer con su marido ha de sentirse satisfecha porque no diferencia amor, gratitud y placer, mientras que un hombre distingue entre el amor de su esposa y el sexo con cualquier otra...Y por tanto, se ha procedido a todo tipo de barbaridades, no sólo el asesinato o marginación de la viciosa, sino que se han comido el coco diseñando métodos de prevención como los cinturones de castidad, o la abducción del clítorix, que por cierto no sólo se ha dado en países llamados tercermundistas. Hasta hace menos de un siglo, había científicos que explicaban la promiscuidad femenina como locura o histeria y que la mejor forma de evitar que una mujer quisiera divorciarse era eliminando esa problemática fuente de placer. Estos eruditos norteamericanos constataban a principios del siglo xx que 3 de cada 5 mujeres que se querían divorciar, al aplicárseles esta higiénica medida abandonaban el deseo perverso del divorcio. Y este no es más que uno de lo muchos ejemplos que podrían darse. Pues el placer femenino en lo referente al sexo siempre se ha considerado algo como mínimo sospechoso.

Me atrevo a afirmar que el deseo de conocer otros cuerpos, de mantener otras relaciones sexuales y/o amorosas con diversas personas no es algo ni absolutamente genético, ni cultural cien por cien, y que como todos los gustos, costumbres, hábitos o tendencias, proviene de una educación, de una estructura social por un lado y por otro de la curiosidad humana, de su sociabilidad innata, del aborrecimiento de lo rutinario y conocido....El hecho de censurarlo proviene de intereses políticos y económicos, que han generado una estructura recia de prejuicios morales. Los machos quieren esparcir su semilla, dejar huella en la especie con la mayor cantidad de hembras posibles. Pero las mujeres también sienten anhelos de conocer a otros, de enamorarlos, de saborear distintos cuerpos y distintas personalidades, sólo que el miedo inculcado es mayor. Está peor visto, ser un bruto es algo natural en los hombres, "pobrecitos, no lo pueden evitar"...,una mujer...una mujer es una zorra, una puta,una desviada, degenerada, enferma...en resumen es mala, lo suyo noes perdonable.
Un amujer que libere su líbido no lo hace por puro placer y vitalismo, sino porque quiere dominar a los hombres con el sexo...arrebatarles su cetro y trono que heredaron por derecho natural...Quiere doblegarlos y domesticarlos a través de las rendijas de la piel...¿Y no es eso acaso lo que han hecho ellos con nosotras através de mecanismos como la mentira de la fidelidad? Ser fiel literalmente es no mentir, y así, nos hacen infieles, porque nos obligan a mentir: Nunca me iré con otro/a...Cuando debiéramos decir: ahora quiero estar contigo, en el futuro, no se quién seré, que querré, cómo serás, a quien conoceré...O incluso a veces: si, quiero estar contigo pero también con fulanito y menganito, o si conozco a otro zutano pues también me gustarái probar con él. En todo caso, partiendo del deseo de monogamia y de un amor exclusivo ¿Cómo voy a saberlo? A no ser que me obliguen a hacer lo que no quiero...entonces no me seré fiel a mí misma/o. ¿Ese gen de la fidelidad cual es? No lo tiene ningún animal, y menos los seres humanos..Hacernos esclavos por una palabra, por un momento en que deseamos algo pero no sabemos si lo desearemos siempre, o sí sólo desearemos eso...y si seremos deseadxs igual...

No, la infidelidad es un gen como el gen de la envidia,como el gen de la mentira, como el gen del asesino...cada gen tiene su pecado, o cada pecado tiene su gen, y con eso se explican muchas cosas, pq contra lo que planteaba al principio, no es contradictorio que haya pecados para repudiar la naturaleza, sino que lo más natural es censurar aquello que no podemos evitar. Parece que somos hipócritas(¿por naturaleza?) somos los únicos animales que sabemos mentir, y sadomasoquistas, buscamos cómo complicarnos y sufrir por puro gusto. Aumentamos el placer de hacer ciertas cosas por el morbo de realizar algo prohibido pero que no podemos evitar...y que al prohibirlo nos da la impresión de que somos libres de hacerlo, de transgredir la norma...de ser diferentes almodelo establecido...El pecado es atarse a algo o a alguien para siempre, de forma exclusiva, negar la diferencia y la variedad de momentos en la vida que se le ofrecen a uno y que lo transforman...porque a uno le guste una silla no debe sentarse toda la vida sólo en esa silla, aunque sea para siempre su silla favorita..para valorarla deberá probar otras..la fidelidad es un engaño, se lo inventan los reyes para tener a sus súbditos sometidos de por vida, los curas para tener a sus fieles engañados y asustados, los maridos para poseer a sus esposas.. y quienes acatan estas mentiras lo hacen sobre todo por miedo, a la soledad, al castigo o a la muerte...
¡Que bien se lo montan algunos genes..!

17 de agosto de 2008

Flor mustia


Volverás a casa con la cabeza gacha. Una vez más. Toda la vida intentándolo. Tratando de ser quien querían que fueses, lo que no podías ser. Esperabas convertirte en la reina de las pasarelas, la musa de los productos desnatados, la diosa de los polos de chocolate, la diva de las cremas antiarrugas…Pero no fuiste más que una interrogación por los rincones, una espiguita entre las altas esfinges Tanga.

Volverás al piso cansada. Tu rubia cabellera, desteñida y escarchada, caerá en el ocaso sobre la mesa sin luz donde dibujabas ese destino espléndido de focos y cámaras, de camerinos y maquillaje. Ese futuro que alentaste entre dietas, gimnasios y operaciones, ese futuro estelar en el que malgastaste tu juventud.

Volverás a anunciar un diurético y después compresas para las pérdidas de orina. Con tu interpretación para las almorranas compraste la moto. Este mes quizá te llamen, o quizá logres pagar el alquiler si paseas por la plaza, si vendes tu vieja gloria un día más.

Pesimismos...

La medida universal de los seres y de las cosas es el verdadero Logos encarnado en la moneda. Es la razón y el misterio irracional de la trascendencia, y constituye una ley tan inmutable como la ley del intercambio y tan contingente como las variaciones de los precios.

R. Vaneigem, “Por una internacional del género humano”

Nos hallamos ante un páramo desierto, ante una infinidad de espacios homogeneizados por el principio de la economía, mientras que nuestras vidas se fragmentan y desquebrajan. La realidad se impone y nos encarcela en un espacio-tiempo donde no hay lugares donde crear, donde compartir. Una realidad que niega el presente, que nos arrebata el instante para atarnos a una imagen, a un eterno e inalcanzable progreso. Una realidad donde la identidad siempre anda perdida, realidad de fantasmas y ficciones que ya no logran siquiera darnos un sentido. Ya ni nos queda el rostro de un enemigo concreto a quien responsabilizar de la miseria, lo buscamos como antaño en un personaje político, en las multinacionales o en alguna institución, pero persiguiendo al malo nos encontramos a nosotrxs mismxs en este espejo del esperpento. Tras la muerte de los ídolos, tras la reducción de todo y todxs a mercancías, la existencia se encuentra desamparada ante su propia transparencia, ante su absurdo primordial.

Ni dioses, ni paraísos, ni revoluciones prometen ya nada que escape, que quede fuera de esta densa tela de malla que lo ocupa todo, que lo absorbe y lo neutraliza. Cualquier intento revolucionario se reduce a un cambio de poder, o a un gesto impotente contra la nada. Al final, -nos dicen los posmodernos neoliberales-, cualquier intento revolucionario se identifica con el mesianismo, con la redención y hasta con la Inquisición. La clave no está en un cambio de poderes, ya nos lo advirtieron algunxs como Foucault, pero él nos dejó desamparados no nos dio una solución, se ocultó tras el cuidado de sí, y nos abandonó desnudos ante las paradojas del poder, del control y del saber.

Todo mercado. Todo. Nunca estuvimos más próximos al monismo de Parménides. La religión se vende por fascículos, y los héroes o revolucionarios sólo sirven para decorar camisetas, llaveros y calzoncillos.

No hay esperanza, todo parece conducirnos a la asunción de la renuncia, a aceptar que hay que amoldarse a este mundo y sometiéndose a la decadencia. El control de la vida es cada vez más eficaz más desalentador, nos carcome, nos cierra caminos, hace desaparecer los horizontes y callajuelas, destrruye el campo abierto, pone barrotes al mar...nos obliga a vigilarnos a nosotrxs mismxs como a los demás, tal y como hicieran el dios hebreo, el cristiano o el musulmán.

No es cierto que no existan ideologías, sino que no existe un pensamiento firme, un pensamiento insumiso, insobornable, que realmente se presente como una alternativa real a la ideología hegemónica. Brotan alternativas que no lo son efectivamente, que negocian con una realidad que no conoce alteridad, que neutraliza cualquier ideología o iniciativa que se le enfrente, que se disfraza detrás de los nacionalismos, las sectas de todo tipo, de los supuestos proyectos políticos, y siempre encumbre un proyecto económico, un negocio. Así, bajo los Derechos Humanos, los convenios internacionales, la misericordia, la caridad o solidaridad…etc, sólo encontramos una máxima que realmente prevalece frente a los supuestos intentos “democráticos” por lograr la igualdad: La Ley del Más Fuerte (el más rico/poderoso). Hay que sobrevivir, y si a caso duele un poco la conciencia, siempre funciona el placebo de tratar de aliviar al más desfavorecido, además así no se rebela y se deja explotar. Esta es la misión de las iglesias, las ONGs y las Naciones Unidas…

En cuanto a cada individuo, (privilegio occidental, por cierto) en cuanto a cada uno de nosotrxs, en cuanto al vacío en una vida absolutamente absurda, siempre hay un doctor, un psicólogo, un sacerdote o un político dispuesto a sacar la escudilla a cambio de resolver tus problemas sexuales, a urbanizar tu ciudad, a ofrecerte la droga o el paraíso a tu medida.