4 de septiembre de 2008

decir te quiero

Fría, fría como el agua de un manantial, fría como un témpano de hielo...fría como la cerveza durante una hora en el frigorífico. Así decretó alguien que es ella: fría y distante, y después, "No tienes sentimientos" fue la frase final.

Se queda mirando atontada a su gato, al que adora con locura. De hecho le mira sin verle, o más bien le ve sin mirarle, porque lo que observa es un espacio vacío sobre la cama. El felino ha desaparecido y ella lo añora como a un hijo, como a un amante, como a un hermano. Mira el vacío que deja la pequeña criatura que tantos desvelos le ocasionó, y se pregunta si aquello sería amor...Pero la sentencia no iba en ese sentido, quizás a los animales pudiera dar su cariño, entregarse, comprometerse , pero ¿con las personas? Fría, fría como...

Hace tiempo que se dió cuenta de que la gente va y viene, la mayoría se quedan un rato muy intenso y desaparecen de pronto para siempre, muy a menudo con reproches incomprensibles, o sembrando el silencio del ladrón que huye de madrugada. Por otro lado, los grupos se comportan de forma un poco diferente a los individuos. Vienen con la intención de quedarse para siempre, constriñendo la vida de sus integrantes, asignando a cada cual un papel en la micro comunidad que nunca se puede cambiar, exigen más fidelidad que un marido, son más caprichosos que un adolescente y dan menos que un viejo roñoso. Los grupos anulan la personalidad, y en ellos la mayoría de sus componentes se sienten solos, pero protegidos por la presencia de cuerpos sólidos a su alrededor, y así mantienen la endogamia, los celos de comunidad, el espionaje recíproco y la reiteración absurda de costumbres adquiridas de un modo mecánico durante años.

Ella renunció a lo cerrado de los grupos muy pronto, con nueve años comprendió que la conjura contra Julio César y la matanza de la Revolución Francesa no fueron hechos aislados en la historia, sino una bella tradición que se repite generacionalmente. Las niñas, desde chiquititas, sienten una fascinación fatal hacia las puñaladas por la espalda y las decapitaciones públicas. Lo habitual es que entre unas cuantas se sortee el papel de víctimas, mientras que las verdugas son siempre las mismas. A ella no le gustaba condenar a nadie, y por supuesto no estaba dispuesta a dejarse ejecutar cada dos por tres...Así que se fue a pegarse con los chicos. Esto siempre le pareción más sano y sincero. Aunque los chicos fueran cansinos, vacilones y algo salidos, con ellos los enfados se solucionaban de forma limpia y directa, es decir, con un buen puntapié entre las piernas, ellos retorcidos un ratito en un banco...ella abrazándoles arrepentida y después...¡a seguir jugando!

Pero con la adolescencia todo cambió, los grupos de chicos mantienen las mismas características que los de las chicas en los rasgos generales, aunque con diferencias respecto a los hermosos linchamientos populares propio de las mujeres (que por cierto van mejorando y refinando sus téncinas según se hacen mayores). Los chicos la querían, se convertían sinceramente en sus amigos, pero...la sinceridad no podía proceder del corazón, ni si quiera metafóricamente hablando, ni venían de la cabeza, suponiendo generosamente que fuera posible, sino de otras partes del cuerpo más proclives al cariño espontáneo, es decir, de esas partes nobles e innombrables, que a ella de niña le gustaba tanto patear.

De esta forma, amigos y amigas pasaban, alzaban frente a ella (o a sus espaldas), su tipo de puñal correspondiente, y así , poco a poco, conoció a mucha gente y se separó de ella.Montones de cadáveres malolientes poblaban sus diarios, montones de lágrimas y de rincones oscuros y solitarios...montones de mentiras que alegraron su vida y que carcomieron su confianza en losdemás. Por supuesto, no todo fue tan malo para ella, porque también conoció "individualmente" a buenas chicas, y logró enamorarse de algunos de los chicos que se enamoraron de ella, e incluso con algunos mantener una relación exclusivamente amistosa. Pero siempre fue complicado, y tras descubrir año tras año que las historias se repetían, que las amistades resultaban falsas en uno u otro sentido, tras las desilusiones y los fracasos, se fue endureciendo, se hizo desconfiada, tímida y más bien arisca con los desconocidos. Por otra parte se entregó el doble a las personas que aun respiraban a su lado.

Eres fría, le repitieron de nuevo. Vale, no porque no tengas sentimientos, sino porque no los muestras, nunca me has dicho "Te quiero".

Su vida le enseñó que lo más auténtico en el amor o en la amistad vive en las ficciones literarias y fílmicas, donde decir "te quiero" es más importante que el mismo beso, pero decir te quiero significa en la mayoría de los casos: Te necesito para tal o cual; Me convienes para tal o cual; Me caes fatal pero no me queda otra que soportarte; Te deseo o te quiero follar...; Quiero que seas de mi propiedad...etc. Ella lo decía muy poco, o quizás nunca dijo "te quiero". ¿Cómo recordarlo si cuando quería lo repetía una y otra vez con miradas, con risas, con lágrimas y caricias? Pensaba que quienes no lo decían era porque lo sentían de veras, y no necesitaban matar la magia con palabras desgastadas, con cursilerías huecas, con pantomimas hasta la arcada repetidas. Que un "te quiero mucho", para ser verdad ha de decirse con un abrazo a tiempo, con una conversación sincera, con un estar ahí cuando te necesito, con un te dejo ser libre, haciéndote feliz y siéndolo a tu lado.

No es que no creyera ya en el cariño o el amor, simplemente no creía como antaño en los cuentos de hadas de Hollywood, ni siquiera en los de Andersen. No porque no creyera que podían ser posibles, sino porque le daban ganas de vomitar. La sirenita que renuncia a vivir en su hábitat con su familia y amigos, libre nadando bajo el mar; que cambia su cola multicolor por un par de piernas blancuchas para abrirlas ante su príncipe azul. ¡Renunciar a todo por un puto hombrecillo vigoréxico! También recuerda su infancia, desgastando esos libros de cuentos en los que un soldadito de plomo se quema con su bailarina de papel en una chimenea...¡Así de frágil es el amor! La cenicienta se liga al príncipe por mojigata (o comedidad y calculadora) y no darle "todo" la primera noche, aparte de ir vestida de niña pija y rica, que eso siempre es importante para cazar príncipes. Todo eso lo ha visto en la realidad...y no lo quiere, no lo espera...¡No, ni hablar! Pero su memoria evoca de nuevo a Disney, - nuestra referencia moral infantil principal-, y recuerda al guapo Aladin, que le promete el oro y el moro a Yasmine. La seduce hablando de "un mundo ideal", volando en su alfombra mágica bajo un cielo nocturno plagado de estrellas... pero la única magia es la pasta de la bella princesa. El ladronzuelo da un buen braguetazo, engañándola con un ensueño psicotrópico que no dura más que una noche. Y así son todos esos cuentos que nos explicaron el amor, presentándolo como una breve mentira o una farsa interminable. ¿Y luego que queda? Dos corazones fundidos en uno, la bailarina y su soldadito, eso es lo único que queda: un bonito recuerdo entre cenizas, o un y "comieron perdices....y se dieron con la verdad en las narices".

Ella es fría, ella es distante, ella no tiene sentimientos. Pero quiere disfrutar de esos instantes en que se funden los cuerpos, las alfombras vuelan y los cangrejos cantan...Las mentiras son lánguidas y artificiosas, cursis y frías, comparadas con la verdad que es fuego, son mordiscos y arañazos que no se explican ni se piensan...la resaca trata de ordenar, de encorsetar remilgadamente la furia volcánica, que no se deja atrapar. Ella no quiere redes ni rejas de mentiras, no quiere renunciar a todo lo auténtico, aunque efímero, a cambio de espejismos sensibleros,vacíos y fríos.

Jamás le dijo "te quiero" a su gato y se pasaba horas acariciándolo sin desear nada más que acariciarlo.No necesitaba tampoco escuchar esas palabras, sino sentirlas, tocarlas.

No se pide el amor, no se pide la amistad, no se piden los besos, ni se piden los te quiero...Ella da todo sin que se lo pidan..no espera, no sueña, no busca nada, simplemente construye, crea...de las cenizas de todo aquello que amó y odió en su día.

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