2 de julio de 2009

El espacio fílmico en “In the mood for love” Won Kar Wai

In the mood for Love, aborda el tema obsesivo de Wong Kar-Wai: el amor, pero lo trata desde una perspectiva muy particular. Sus películas hablan siempre de relaciones infructuosas, de amores que trascienden la idea de unión o consumación; amores que se hacen reales en la distancia, que huyen de lo cotidiano, que carecen de hogar y no buscan un futuro ni nada más allá del momento presente. Las relaciones amorosas en su cine son siempre, sino imposibles, desde luego complicadas e inestables. Sus personajes huyen entre sí, se encuentran en pequeñas habitaciones de hotel, se cruzan por largos pasillos, cuchichean por callejones oscuros, solitarios y malolientes, o se persiguen por aglomeradas ciudades entre multitudes. Se esconden y disfrazan para luego buscarse y reencontrarse, para perderse cuando se buscan y encontrarse sin querer. Los protagonistas de sus películas tienen miedo de amar y/o ser amados, son seres atormentados, sin rumbo. Todos ocultan secretos y arrastran oscuros presentimientos que les llevan a herir a los demás, huyendo a una soledad que les destroza, pero que prefieren a perder algo que no podrían conservar si se entregaran a otro. Tienen miedo de actuar, de entrar en la realidad de las acciones y se quedan siempre en el espacio de los sueños, los recuerdos y los simulacros.
Dentro de la línea que acabamos de trazar, este film se sitúa en el Hong Kong de los años 60, y narra las relaciones cruzadas entre dos matrimonios jóvenes, que se mudan a la vez, a la misma pensión. Lo curioso del film y de lo que se percata inmediatamente el espectador, es de que hay un mundo al que le está prohibido acceder, al igual que a los protagonistas. La cámara nos muestra sólo a un miembro de cada pareja: a la señora Chan y al señor Chow, mientras que nunca nos permitirá ver, nunca encuadrará los rostros de sus cónyuges, quienes quedarán relegados a otro espacio, siempre aludido, siempre presente, pero oculto a nuestros ojos. Durante aproximadamente los 20 primeros minutos de la película escucharemos a estos dos personajes sin cara hablar desde fuera de campo, la cámara nos los mostrará de espaldas, inclinados, o encuadrará sólo medio cuerpo impidiendo siempre que el rostro se haga visible. En este tiempo se muestra cómo se entabla una relación adúltera entre los personajes que habitan el fuera de campo y cómo la mujer de esta misteriosa pareja decide terminar con el romance, al sentirse descubierta. Tras esta aparente ruptura, que se nos cuenta entrevelada, se reconcilian y desaparecen definitivamente del fuera de campo concreto, para perderse en un espacio absolutamente imaginario, al marcharse juntos a Japón. Al abandonar al señor Chow y a la señora Chan, abandonan ese espacio fílmico, en el que el fuera y dentro de campo eran intercambiables. Sin embargo, no desaparecerán completamente, pues sabremos de ellos por alusiones, por cartas, y sobre todo por los juegos de los protagonistas, que tratando de comprender la infidelidad, se convierten por gestos en casi el reflejo perfecto de la relación velada por la cámara. Casi perfecto, porque debido a algún motivo secreto que entierra Chow en el templo de Camboya, no llegan a comportarse igual que los amantes a los que imitaban.
Wong Kar-Wai nos presenta de nuevo, a dos personajes desarraigados, arrojados en medio de un lugar que no les pertenece. Los dos individuos que nos encontramos dentro de campo tienen como único vínculo con la realidad el trabajo, pero una vez salen de ahí se convierten en seres frágiles y erráticos, sin hogar, ni un lazo sólido sentimental. Ambos se buscan tímidamente, y comparten su dolor, pero contrariamente a lo que podría suponerse, no se convierten en amantes, ni se escapan juntos, sino que al final de la película se separan, dando lugar a la segunda parte llamada “2046”. Pero, ¿qué es lo que ocurre? ¿Por qué no surge la historia de amor? ¿Qué es lo que hace que esta película sea tan dura y hermosa? ¿Qué secreto murmura Chow años más tarde en un templo budista? ¿Por qué los protagonistas nunca vuelven a reunirse?

El título“In the mood for Love”: ¿A quien o quienes se refiere?

En castellano el título se ha traducido por “Deseando amar”, lo cual tiene unas connotaciones diferentes de las que se pueden extraer del original. “In the mood for love” no tiene una traducción literal que se corresponda con una expresión en castellano, pero si queremos aproximarnos a su significado, el título vendría a decir algo así como “con disposición al amor”, o “con un estado de humor propicio al amor”, en el sentido de que habría una cierta tendencia a amar o enamorarse. Por tanto, el título habla de cierta facilidad, de una disposición, de un estado de ánimo que haría factible y fácil el amor. “Deseando” supone una tensión, se desea aquello que no se posee y por tanto exige un esfuerzo, desear es querer, es decir, en este caso desear sería “tener ganas de amar”, aunque no necesariamente sentirse con fuerzas para ello. Por otro lado, en disposición o con un estado de humor propicio al amor, hay simple receptividad, una facilidad para enamorarse, como efectivamente tienen los dos protagonistas, que se sienten solos y traicionados, y que por eso son más vulnerables a las muestras de afecto. Este estado de debilidad ante un sentimiento que se puede o no querer, se enfrenta al deseo como voluntad y como urgencia. Se puede tener humor para enamorarse, igual que se pueden tener las defensas bajas para contraer el virus de la gripe, y no obstante no desear contraerla. Por tanto, enamorarse con facilidad, no es lo mismo que desearlo, aunque se pueden dar ambos estados a la vez. Por otro lado, desear amar no implica que haya una facilidad, se puede querer o desear amar desesperadamente, y ser incapaz de enamorarse o de amar a alguien.
Por un lado, el título hace referencia a los protagonistas, que no buscan enamorarse, aunque se sientan en disposición para ello, no desean amar. La situación les invita a arrojarse en los brazos uno del otro, pero ellos luchan contra la atracción que los empuja a buscarse. Esto resulta chocante, porque en principio nada sería más sencillo y lógico, sus parejas les engañan entre sí, y ellos pasan la mayor parte del tiempo libre juntos. Son jóvenes, se atraen, se comprenden y no tienen hijos ni ataduras. Sin embargo no quieren, se niegan y resisten a la inevitable pasión que les obliga a amarse.
El drama, que emerge de la banda sonora, no radica en la incapacidad de amarse, sino en la desesperación que provoca tener que rechazar dicho sentimiento, que tan fuertemente se apodera de ellos. Lo difícil no es amarse, lo que les resulta imposible es la relación. Pero el motivo que les obliga a sacrificar su amor sigue escapándose entre líneas, porque no puede resolverse simplemente por puritanismo, o por miedo a la censura moral, pues son sus parejas las que han cometido adulterio primero, y de hecho sus matrimonios se disolverán finalmente. Es decir, que los protagonistas podrían haber rehecho sus vidas juntos, en otro lugar.
Por otra parte, el título original también aludiría a las parejas de los protagonistas, que habitan el fuera de campo siempre amenazante y aludido, pero al mismo tiempo inaccesible. Estos otros dos personajes estarían también “In the mood for love”, pero al contrario que los protagonistas, ellos sí desean amarse y no se han resistido con la misma obstinación, sino que se han abandonado al amor y a sus consecuencias.

Relaciones especulares entre elementos dentro y fuera de campo

Las historias que transcurren y se cruzan en la parte visible del film componen un juego constante de espejos, y de igual modo, lo que se oculta, se refleja en lo que se nos muestra. Entre los personajes de la película se dan varios tipos de relaciones especulares, que los convierten en reflejos y dobles unos de otros.
La señora Chan es la secretaria de un hombre casado que tiene una amante, y se encarga de comprar los regalos para ambas, -que son los mismos para las dos-, de recoger sus recados, de organizar sus citas, etc. Ella se ve a sí misma reflejada en la esposa de su jefe, pues su marido, también tiene una amante, y también les hace los mismos regalos a una y a otra. Este paralelismo se repite además con el señor Chow, a quien también su mujer le regala la misma corbata que a su amante. Pero no sólo se identificará con la mujer de su jefe, sino también con la amante de éste, cuando al igual que ella pasa sola su cumpleaños en espera de su marido.
La soledad es un elemento fundamental que interrelaciona a todos los personajes, hasta convertirlos en dobles unos de otros. Las dos parejas se cruzan por problemas laborales, el señor Chan viaja mucho, y a penas tiene tiempo para estar con su mujer, que cena siempre sola. El señor y la señora Chow tienen horarios incompatibles, cuando él trabaja ella duerme y viceversa, y como le comenta intencionadamente el señor Chan al señor Chow acerca de su mujer: “debe ser muy duro para ella”, estar tanto tiempo sola. De esta forma vemos cómo la señora Chan y la señora Chow tienen en común la soledad por falta de sus maridos, además de acostarse con el mismo hombre y recibir los mismos regalos. Esta soledad arrastrará por tanto primero a la señora Chow y al señor Chan a ser amantes, y después a los protagonistas, que reconstruirán dicha aventura para comprenderla, primero como un juego, repitiendo los actos que suponen realizaron los otros, pero finalmente, realizar los gestos del amor les llevará a amarse realmente.
Por otro lado, el juego de espejos se repite entre el señor Chow y la señora Chan, no sólo por el hecho de ser objetos del engaño, de sus recíprocas parejas y ser abandonados por ellas, porque ya desde la primera escena coinciden en que ambos se mudan al mismo edificio y piso, el mismo día, y han de encargarse solos de la mudanza, pues sus parejas están trabajando o de viaje. Los dos personajes se sienten abandonados, cenan solos y terminan quedando para cenar juntos, y descubriendo que sus correspondientes parejas, se han escapado juntos a Japón. Así su historia comienza a la sombra de sus conyugues. Quieren negar la ausencia de sus parejas imitando a esas personas que ocupan el lugar que ellos deberían ocupar, de sus rivales, tratan de conocer a esos desconocidos que les han arrebatado a sus seres queridos, y a la vez sentir que el otro no se ha marchado, que sigue allí. Se buscan como hicieran los otros y se alían para primero comprender que ocurrió entre los amantes, para apoyarse en su situación, pero poco a poco construyen unos intereses en común y empiezan a crear una historia propia y común, hasta el punto de confundir realidad y ficción. Sus vidas se cruzan como si se miraran en un espejo, comparten un secreto que ambos luchan por ocultar y que les aplasta, pero esta alianza no les libera, sino que les ata más.
No obstante, las relaciones especulares con incompletas, ellos son un mero reflejo sin vida propia, carecen de corporeidad, no pueden amarse más que a través de los cuerpos de sus parejas, lo que a la vez les dificulta entregarse por completo. De esta forma, poco a poco se irán difuminando y perdiendo los paralelismos, tanto entre la pareja visible y la invisible, como entre los dos personajes protagonistas. La relación se complica porque no se entregan por igual. Él da por perdida a su esposa, que le envía una carta en la que suponemos que termina con él, mientras ella sigue esperando a su marido y ensayando cómo se enfrentará a él cuando regrese. Lo suyo no puede durar, una noche el señor Chow se declara enamorado y le reprocha que ella no vaya a abandonar a su marido, por lo que ha decidido que se va a marchar porque no soportaría verla con él cuando regrese de Japón. Entonces ensayan la despedida, y esto nos recuerda a la relación de los otros dos, que después de estar a punto de ser descubiertos por la señora Chan, la señora Chow termina con la relación, y se echa a llorar en el baño, entonces el señor Chan va a buscarla a su habitación y posteriormente se escapan juntos a Japón. Con los protagonistas ocurre igual, deciden ensayar la despedida después de la declaración Chow, pero la señora Chan se derrumba y se echa a llorar, demostrando que ella también se ha enamorado de él, y entonces empiezan a acostarse, convirtiéndose en amantes.
Pero el espejo se rompe cuando deciden embarcarse juntos como los otros. Ambos acuden a esa habitación, la “2046”, donde consumaron presumiblemente su relación amorosa, pero no se encuentran, porque él no espera mucho y ella llega demasiado tarde.
La primera conclusión que sacamos es que son demasiado cobardes, tímidos y orgullosos. Años mas tarde, se vuelven a buscar, pero no se atreven a encontrarse, ambos han roto sus matrimonios, son libres, incluso es posible que tengan un hijo en común. Así que continuamos preguntándonos. ¿Por qué? ¿Qué les impide estar juntos?

El secreto de 2046

El juego principal que ejercen el fuera y dentro de campo, es el de invertir lo que el relato habitualmente nos mostraría como importante. Wong Kar-Wai nos muestra esos momentos que el relato suele obviar, en que no ocurre nada, sino el puro tiempo. Aquí los personajes no se convierten en héroes que han de luchar contra el destino, sino que están perdidos, el tiempo les zarandea y carecen de un papel propio, de una meta, de un sentido. Ya sabemos cómo son las aventuras amorosas, parece insinuar Wong Kar-Wai, os voy a enseñar sus límites, lo opuesto al amor, su concepción y su muerte, los límites, los “casi”, los todavía no, y los demasiado tarde. Convierte en el secreto del que somos cómplices a la relación entre los personajes engañados y abandonados, entre los pasivos y vacíos personajes que hablan, imitan y se dirigen hacia un espacio que nunca alcanzamos, que es el de la acción, el terreno donde ocurren las cosas, donde cada personaje tiene su misión, un mundo fantasmal que si bien nos resulta invisible, lo conocemos gracias a sus parejas, gracias al reverso de lo que no hacen los protagonistas. Ni siquiera podemos ver la acción de estos personajes cuando realmente actúan, porque esta película no trata de acciones sino de reflejos, de cristales borrosos y opacos, y en ellos debemos adivinar la realidad. Los personajes de acción se nos dan a conocer por alusiones, por objetos que aparecen y desaparecen, que se repiten, por vagos planos que no nos ofrecen jamás un rostro, y por voces que proceden de más allá de nuestro campo de visión. A nosotros, como a los protagonistas, solo nos queda imaginarlos a través de sus parejas, presuponer su amor y sus conversaciones. El marco se dibuja alrededor de dos personajes incapaces de separarse de esa mancha y traición. Nosotros participamos de ese lado donde precisamente no ocurre nada, donde el amor está atado, amordazado. Parece que no pudieran habitar el mundo de sus esposos, que estuvieran condenados a buscarse porque les han abandonado en el mismo lugar, ellos habitan el mismo mundo y comparten ese secreto que les empuja al uno contra el otro, pero que imposibilita su relación.
El desencuentro es continuo y frustrante, toda la tragedia del film radica en la paradójica cuestión del tiempo que se refleja en la ralentización de sus movimientos, por los que parecen suspendidos en la banda sonora. Los relojes están siempre presentes y son la clave para la imposibilidad de ese amor, que se produce en el momento equivocado, los horarios hacen imposible sus respectivos matrimonios. Entre ellos se hace posible la relación por la relación porque están abandonados por sus parejas e igualmente eso les impide estar juntos. En una ocasión él le pregunta a ella “¿y si no te hubieras casado?”, que parece aludir a la posibilidad de haber estado juntos si se hubieran conocido “libres”…De aquí extraemos la primera paradoja que se expresaría así: si sus parejas no les hubieran engañado ellos no hubieran intimado, pero como sus parejas fueron quienes les empujaron a enamorarse, su relación no puede llegar a ningún lado, porque la sombra de los otros planea sobre ellos. No se van juntos porque ella es demasiado tímida, y él un cobarde orgulloso que no se atreve a ir a buscarla cuando ve que se retrasa. No podrían estar juntos porque son el recuerdo de los otros, porque les persigue el recuerdo del engaño. Ocupar el lugar virtual de aquellos que los abandonaron, les impide construir un futuro real juntos. No son iguales a los otros porque rompieron el espejo y así se liberaron de ser como ellos, pero para ello sacrificaron su amor.
La segunda paradoja consiste en lo implacable del tiempo sobre los sentimientos, que les hace olvidar el dolor del engaño liberándolos de sus espectros, pero también acaba la pasión que les arrebató en el pasado. Así que años más tarde, cuando ya son libres, es demasiado tarde para enamorarse y volver atrás, ya no están “In the mood for love” sino que aunque lo deseen, ya no pueden amarse, como les ocurre en “2046”, ahora se han vuelto fríos, duros, incapaces de amar. Se buscan, están a un paso el uno del otro, pero ya sólo conservan cenizas de otro tiempo, sólo recuerdos.
Finalmente descubrimos que el la clave del misterio era un secreto a gritos, inscrito en las leyendas que abren y cierran la película:

“Ella era tímida, bajaba la cabeza para darle la oportunidad de acercarse, pero él no podía por su falta de coraje.”

“Él recuerda aquellos años como si mirara a través del cristal de una ventana cubierta de polvo, el pasado es algo que podemos ver pero no tocar, y todo lo que se recuerda es borroso y vago”.

Están condenados a amarse a través imágenes virtuales de otros, porque lo que buscan es un reflejo del pasado, y no encuentran más que dobles de sí mismos, gastados y ridículos. Siempre es demasiado tarde.

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