3 de abril de 2012

Alimentándome de las contradicciones

Luchando por vivir, por encontrar la coherencia en cada acto...
Buscando ser feliz, ser buena sin ser tonta,
evitar los clichés y los tópicos,
ser mejor y no caer en la tristeza o en la inercia,
en el egoismo inútil o en la
servidumbre indigna...
Trabajando para evitar la miseria de la homogeneidad,
de la sumisión a un modelo y a sus mil copias.
Alejarse del precicipio de la mediocridad,
de ese estercolero que afixia las neuronas
y las ganas de vivir.

Por eso me agarro a la vida, y sonrío,
por eso, aunque me visite la tristeza
con su niebla y su rabia,
sonrío y muerdo tu nariz...
araño tu espalda
y maullo sobre tu regazo.

Quiero ser feliz, caminando cogida de tu mano,
de su mano, de vuestras manos...
Encontrar en cada abrazo sincero
el calor que se me escapa
dia a dia en una rutina
que no me salva sino que me condena,
en un trabajo que no me independiza.
Quiero destrozar esta espiral infinita
de necesidades creadas y deseos contradictorios,
de precariedad encarnizada y de trampas violentas.

El mundo se pudre
y los muros represivos
se alzan cada vez más altos,
más vertiginosos y amenazantes
sobre una sociedad desbocadamente más pobre..
Más pobre en recursos
materiales e intelectuales...

Empiezo a escribir mi vida,
ordenándola sobre el caos de un encuentro
fantasmal.
Recomienzo desde la nada, hacia la nada
y habito mis sueños en compañía o solitaria,
con proyectos que han de cambiar
esta realidad gris que me ofrece un mundo que yo no elegí.

Escribo por las paredes de las estaciones de autobús,
en los cristales del metro,
en los asientos del tren...
Mientras recorro los cuatro puntos cardinales de mi
ciudad-prisión,
estas instrucciones de fuga:

Cargarse de un tiro la virtud,
los valores pacatos con los que nos criaron.
Romper con los prejuicios,
rasgar sus viejos rostros a zarpazos.
Huir de los horarios, de la realidad,
a través de bucles onírico-etílicos.
Engañar a la propia tristeza,
enamorando con una sonrisa otras tristezas.
Espantar la soledad,
mordiendo ajo entre tumbas de fiebre y sudor.

Desertar de la angustia,
a galope de carcajadas a dúo.
Liberarse de los nudos de lo cotidiano
deshaciendolos a ritmo de caderas.
Encontrar la calma,
en el brillo tormentoso
de unos ojos de hielo.
Conseguir que cada proyecto
sea en su camino un fin en sí mismo,
elevando sobre la certeza el deseo,
sin idealizar nada,
sin caer en fes o en cuentos,
sin entregarse más de la cuenta
ni entregarse de menos.
Agradecer y construir ahora,
en cada instante del presente,
el futuro en el que el mundo
con el que juegues
sea fruto de tu elección.
Sonreir y matar esos tristes sentimientos
que nos han sembrado dentro
para inutilizarnos.

Romper esos grilletes de la razón
estribos y espuelas
con las que llevarnos rectxs...

Cocear alegremente
y sin piedad
contra sus peleles.

Fugarse de esta trampa,
de esta gran olla
en la que nos van guisando a fuego lento,
para que pueda digerirnos bien
esta maldita economía caníbal.

Huir de esta olla
que cuanto más nos calienta,
-aunque nos enfada y nos quema-
también nos debilita,
nos cocina,
nos mata,
y asi,
fritos y quemados,
nos cuesta cada vez más
trepar las ardientes paredes
de la olla-ciudad.

Cada vez resulta mas dificil escapar:
el tiempo juega en nuestra contra
la ciudad que nos tiene presxs,
nos tiene cada vez más abotargadxs,
somnolientxs,
melancólicxs,
pesimistas,
y enfermxs.
Asi que venga, ciudadanxs
guisados a fuego lento:
¡Corred!

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